Mujeres jirafa, mujeres de cintura de avispa, mujeres de flor de loto... Mujeres de diferentes culturas y épocas, pero con un rasgo en común: Han sido víctimas de la búsqueda de la belleza.
Dice la famosa expresión española: "para lucir, hay que sufrir". La búsqueda de la belleza es un rasgo universal que puede encontrarse en toda cultura humana. Aunque cada una de ellas tenga su propio concepto de belleza, lo cierto es que ha sido y sigue siendo la mujer la que se ha visto especialmente empujada a realzar su físico de mil maneras diferentes. Las razones antropológicas son muchas y variadas. Por un lado está la gran importancia que da el hombre al físico de la mujer para la elección de la pareja (ya sea sexual o formal) y, por otro, el apreciable valor que da la mujer a su propia belleza, ocupando un lugar muy grande en su autoestima.
Maquillajes, peinados, vestidos y multitud de complementos se han utilizado para aumentar la belleza de la mujer de una forma "sana". El problema llega cuando el machismo predominante de una cultura o una preocupación cultural exagerada por la estética de la mujer, llevan a ésta a realzar tanto su físico que llegan a atentar contra su propia salud. El aspecto físico pasa a ser el principal valor de la mujer debido, precisamente, a que se la valora menos. Y es la propia mujer la que asume la validez de este pensamiento si se encuentra integrado en su cultura. Entre los ejemplos más representativos encontramos los siguientes:
Mademoiselle Polaire y su cintura de avispa.
El origen del corsé es muy remoto y no se tiene muy claro en qué sociedad apareció , pero no fue hasta mediados del siglo XIX cuando empezaron a hacer furor. Su utilización estética cumplía un único objetivo: Reducir lo máximo posible la cintura de la mujer para realzar aún más los contornos de sus pechos y glúteos. Pronto, los extremos comenzaron a aparecer y las mujeres llegaban a reducir tanto sus cinturas que se les llama mujeres de cintura de avispa. Las medidas de sus cinturas hacían honor a su nombre, ya que eran capaces de reducir sus circunferencias por debajo de los 35 centímetros. Para lograr semejante "hazaña" debían hacer uso de corsés mecánicos y corpiños especiales y ceñirlos con gran fuerza.
La mujer de cintura de avispa más famosa de la época fue Mademoiselle Polaire. Una cantante en la que se mostraban los rasgos más exagerados de la estética francesa en el siglo XIX.
Entre los principales efectos perjudiciales para la salud en el uso de corsés podemos encontrar la deformación de órganos internos, la atrofia de los músculos abdominales, problemas gástricos, dificultad respiratoria y problemas de columna. Y todo ello no es impedimento para que aún de vez en cuando se pongan de moda aunque, por fortuna, sin el abuso que se hacía de él en el siglo XIX.
Mujer jirafa.
En Myanmar, la tribu de los "paudung" (de significado: los que llevan cobre) son conocidos mundialmente por su principal extravagancia cultural: Las mujeres jirafa. Cuando son niñas, se empieza por colocarles cinco anillos de cobre y conforme van pasando más y más años se van añadiendo nuevos anillos para crear un efecto de cuello largo. En realidad, no alargan el cuello ni aumentan la separación entre las vertebras cervicales. En su lugar, empujan hacia abajo la clavícula y las costillas, pareciendo que el cuello se hiciera más largo. La cantidad de anillos que pueden llevar las mujeres rondan entre los 20 y los 30 y los collares pueden llegar a alcanzar un peso de 30 kilos.
El origen de esta tradición no está muy claro y se recurren a leyendas para explicarla. Sin embargo, el papel estético es más que palpable y son los propios componentes de la tribu quienes mencionan que esos collares las hacen más bellas.
No deja de llamar la atención que lo que comenzó siendo una tradición sea ahora una tradición prostituida por intereses turísticos: Un negocio. La principal razón que lleva ahora a las mujeres a llevar collares no es la tradición ni la estética, es el dinero para sobrevivir. Lo que en su día comenzó siendo un elemento de belleza es en la actualidad un elemento de feria. Así es el modelo cambiante de belleza, así es la frivolidad de la moda.
Los riesgos para la salud a los que tienen que hacer frente estas mujeres son fundamentalmente la atrofia de los músculos del cuello. Lo que impide que, una vez que los anillos se quitan, sean capaces de mover la cabeza o mantenerla erguida. Una vez que el collar es lo suficientemente largo, ya no pueden desprenderse de él si quieren seguir viviendo con normalidad.
Mujer de Flor de Loto mostrando su pie.
Nos dirigimos ahora a China. En este país siempre han sido muy valorados los pies de sus mujeres. Cuánto más pequeños, mejor. Tanto es así que desde los siglos VII y X hasta principios del XX, las mujeres eran sometidas a una cruel y dolorosa costumbre para empequeñecer sus pies lo máximo posible. Siendo niñas, les fracturaban los dedos y posteriormente los vendaban fuertemente para ir arqueando y deformando los pies lo máximo posible a lo largo de los años. El resultado final rozaba lo dantesco y podían llegar a reducir a 10 centímetros la longitud de los pies. Estas mujeres de pies pequeños fueron llamadas mujeres de Flor de Loto.
Esta barbaridad estética y machista recluía a las mujeres en sus casas, al ser incapaces de andar largas distancias. Tampoco sentían nada en sus pies, ya que los nervios sensitivos iban destruyéndose durante el proceso. A la larga, también la espalda se resentía y se producían desviaciones de columna.
Por suerte, esta tradición terminó por desaparecer y ya no se practica, aunque aún sobreviven algunas mujeres que fueron víctimas de ella.
Mujer con implantes de pecho de suero salino
Para no hacer alardes de antropocentrismo cultural, critiquemos nuestra propia sociedad con el mismo prisma con el que criticamos otras culturas. Muy posiblemente, dentro de cientos de años otras culturas critiquen la moda del tacón alto o los implantes de mama como nosotros ahora criticamos los ejemplos anteriores. La asimilación y aceptación de nuestra cultura actúa como una venda en los ojos, no nos permite darnos cuenta de nuestras propias estupideces pero sí las de los demás.
Es indudable que, al igual que los paudung valoraban los "largos" cuellos de sus mujeres o en el siglo XIX la estrechez de las cinturas en la sociedad occidental, en la actualidad se valora con mucha importancia el tamaño de los pechos y más secundariamente la longitud de las piernas. Dichos populares como: "Tiran más dos tetas que dos carretas" o "Ante la duda, la más tetuda" no son sino un fiel reflejo de lo que acabamos de mencionar.
Cada vez son más mujeres las que se someten a cirugías para implantes de mama con el objetivo de aumentar el tamaño del pecho. Muchas de las veces, es un acto que va más allá de la estética, y se realiza como un "reforzador" de la autoestima. No es casualidad que en aquellas que se operan haya un triple índice de suicidios. Muchas mujeres faltas de autoestima creen que unos pechos más grandes les harán más felices, nada más lejos. La felicidad de unas buenas delanteras es tan efímera como la que se puede obtener de cualquier objeto de consumo. Las mujeres vuelven a estar bajas de autoestima y, algunas de ellas, más tarde o más temprano terminan cometiendo intentos de suicidio.
Es cierto que no se han comprobado aún efectos negativos evidentes para la salud de la mujer provocados por implantes de mama, aunque sí que es cierto que hay que realizar un seguimiento y que de vez en cuando aparecen problemas de rechazo. Lo cual no quita que se trate de una cirugía que conlleva todos los posibles riesgos de ésta como infecciones, mala cicatrización, hematomas, alteración de la sensibilidad... Riesgos que se asumen por algo totalmente innecesario.
Si en los implantes de mama hemos dicho que no se conocen efectos adversos a largo plazo, en el uso frecuente de zapatos de tacón alto, ocurre todo lo contrario. El uso de éstos va encaminado a aumentar la altura de la mujer y aparentar tener unas piernas más largas. Pero a la larga, los inconvenientes van apareciendo: Mayor riesgo de caídas con sus correspondientes traumatismos, juanetes, artrosis de la rodilla, esguinces y deformidad de los dedos, son sólo algunas de la larga lista de consecuencias que tiene para el pie el uso de zapatos de tacón alto.
Y es que, independientemente de la cultura y la época, siempre habrá bellas a cualquier precio,aunque sea a costa de la salud.
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