El sueño eterno, un lujo reservado a mexicanos ilustres en el Panteón Dolores

México.-  Mexicanos ilustres como el muralista Diego Rivera y la actriz Dolores del Río tienen garantizado el sueño eterno en el Panteón Dolores de Ciudad de México, privilegio impensable para los muertos comunes por la escasez de espacio del cementerio, pese a ser uno de los más grandes de Latinoamérica.

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El Panteón Dolores, fundado en 1875 en el noroeste capitalino como el primer cementerio civil del país, cuenta con una superficie de 200 hectáreas y cerca de siete millones de tumbas.

El número de difuntos es cercano al de habitantes de la capital mexicana sin su zona metropolitana, unos 8 millones.

En su interior, en la llamada Rotonda de las Personas Ilustres, 110 personalidades del arte, la literatura, la política y el ejército fueron sepultados con honores en torno a un pebetero llameante por siempre.

La falta de sitio en el cuerpo general del panteón ha hecho que la estancia máxima de los cadáveres sepultados allí sea actualmente de 21 años, tras lo cual los cuerpos se incineran, dijeron a Efe fuentes de la Secretaría de Gobernación (Ministerio del Interior).

Los pocos lugares que se venden, a menudo en anuncios clasificados, se cotizan caros y fijan su precio por cercanía a la puerta principal y dureza de la tierra.

Además de Rivera y Del Río, en la Rotonda de las Personas Ilustres también yacen los restos del compositor Agustín Lara, los muralistas David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, los escritores Alfonso Reyes y Rosario Castellanos y el revolucionario Ricardo Flores Magón.

Los nombramientos de fallecidos ilustres los decide un consejo consultivo formado por los tres poderes del Estado e instituciones civiles, como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), habitualmente a partir de propuestas ciudadanas.

Una vez sometido al visto bueno del consejo, es el presidente de la nación quien debe emitir un decreto de autorización.

La inhumación de una persona en esa rotonda no debe ser antes de que haya pasado un año de su muerte.

"El familiar (del fallecido) es quien tiene la última palabra sobre lo que se va a hacer", explicó Felipe Benítez, de la dirección de Fomento Cívico de la SEGOB.

Las tumbas cuentan con vistosos atractivos, como el musculoso hombre multicolor esculpido que se lanza con el puño extendido en la tumba de Siqueiros y el cuádruple cono plateado en recuerdo a Del Río.

La historia del Panteón Dolores se remonta a 1870, cuando Dolores Murrieta de Galloso adquirió los terrenos para un panteón. Después de su muerte, el cementerio fue bautizado en 1875 con su nombre y comenzó a ofrecer servicio público.

La magnificencia de la rotonda contrasta con otras zonas del cementerio, donde "hay muchas fosas abandonadas, mucha gente que ya no tiene los documentos", indicó a Efe en el lugar el sepulturero Cesar González.

González, con quince años en el oficio, afirmó que lo único que les proporcionan a los enterradores es una pala, ni siquiera guantes, y que su principal fuente de ingresos son los cien pesos que cobran al mes (unos 9,2 dólares) por mantener pulcra la tumba que el cliente les solicite.

El panteón, lejos de ser lúgubre y oscuro, tiene en su interior un bonito bosque y puestos de flores, de comida y de zumos en sus inmediaciones y en el interior.

En las fechas próximas al 2 de noviembre, Día de Muertos, una de las festividades más tradicionales de México, es cuando más animado aparece, gracias a las multicolores ofrendas y a la música.

Como buen cementerio, no escasean las historias de fantasmas, recopiladas en el archivo del distrito capitalino responsable del recinto, Miguel Hidalgo.

Entre los relatos que se cuentan está el de la estatua del soldado que vigila los restos del ex presidente Venustiano Carranza (1917-1920), que espantaba a los vigilantes con su mosquetón y que en alguna ocasión, se dice, amaneció derribada.