Adiós a la mejor freiduría belga

BRUSELAS (BÉLGICA).-  Bélgica es conocida en todo el mundo por tres cosas fundamentales: el chocolate, la cerveza y las patatas fritas. Estas últimas no se escapan del paladar de los más exquisitos: la grasa, el olor a fritanga, su textura, su rigidez, el acompañamiento de los cientos de salsas... Pero en la capital belga todo el mundo sabe que ninguna patata frita es igual que otra. Extranjeros y gente local coinciden al afirmar que el mejor lugar para probar este manjar gastronómico es una pequeña caseta de 12 metros situada en Flagey, una de las plazas más populares de la ciudad bruseleña.

Desgraciadamente la 'fritkot' más famosa -como tradicionalmente se denomina a este tipo de establecimientos- tiene sus días contados. El 27 de noviembre, Thierry Van Geyt, propietario de la freiduría durante más de diez años, recibió la noticia de que debía trasladar el primero de enero del 2008 su 'cocina' a otro lugar para permitir que las obras de la Place Flagey lleguen a su fin (esta renovación dura ya más de ocho años).

Cristina Fuertes

Frente a este hecho las protestas no se han hecho esperar. Desde finales de diciembre se ha organizado en Bruselas una plataforma en contra del desplazamiento del 'fritkot'.

El 15 de enero el periódico belga Le Soir dedicaba una página a todo color a las movilizaciones que estas famosas patatas fritas han provocado entre la población belga. Según la publicación, el sitio de internet lapetition.be (un lugar en donde se pueden encontrar todo tipo de peticiones) recolectó en tan sólo unos días más de 2.000 firmas contra la mudanza de la legendaria freiduría. La indignación, la injusticia y la impotencia se sienten en cada frase que la web publica.

Una de ellas se dirige al alcalde Willy Decourty del Partido Socialista y le sugiere que "antes de que tome una decisión, le proponemos que coma un cucurucho de patatas junto con una buena salsa de mayonesa". Para otros tienen un sentido sentimental: "No me merece la pena volver a Bruselas si sé que cuando llegue no va a haber en Flagey el olor a grasa y un cucurucho de patatas". Argumentos y razones de todo tipo para impedir que esta mítica barraca cambie de sitio.

El porqué de su desplazamiento

Es verdad que las alternativas que le dan al propietario son pocas. La alcaldía le propone mudarse a la calle Belvédère y subirle el precio de la indemnización a 500 euros. Sin embargo, su propietario no está de acuerdo y afirma que "enviarle a este lugar supone su segundo entierro, ya que se encuentra en un lugar escondido y le va a privar no sólo de su clientela habitual, sino de aquellos que circulan por el popular lugar".

Otra de las alternativas, esta vez propuesta por al propietario a las autoridades locales, era la de trasladarse provisionalmente a la plaza Sainte-Croix. Sin embargo la respuesta ha sido un 'no' rotundo. El motivo: aceras y muros de esta plaza están recubiertas con pintura azul, haciéndolas más sensibles a las manchas de grasa que desprenden los papeles que puedan tirar los consumidores a la calle. En revancha, el propietario contesta que estas aceras pintadas de azul ya están sucias debido a las bolsas de basura que la gente deposita (en Bruselas el camión de recogida sólo pasa dos veces por semana).

A pesar de todas las reivindicaciones, las autoridades parecen seguir adelante con su plan de desplazar de Flagey la mítica 'fritkot'. El verdadero motivo se encuentra en que en un futuro, es decir cuando las obras se hayan terminado, quieren conceder un parte del terreno para otra freiduría.

Sin embargo, la presión parece haber hecho efecto. A 8 de febrero, la 'fritkot' sigue distribuyendo sus perlas doradas a todos sus amantes. Veremos qué pasa cuando finalmente la quiten. ¿Una crisis nacional? Bromas aparte, la verdad es que se mire por donde se mire es sorprendente la capacidad de movilización que el pueblo belga tiene. Yo mientras tanto, me voy a comprar un paquete de patatas fritas no sea que mañana hayan desaparecido.