Madrid.- El Real Madrid alcanzó el objetivo que perseguía para alimentar sus sueños de grandeza en la Euroliga, que no era otro que ganar al Panathinaikos griego, al actual amo de la canasta europea, y mirar a la segunda fase con unos cuantos ases en la manga, una meta que hizo realidad el estadounidense Louis Bullock como estilete de un gran trabajo colectivo mediante tres triples seguidos en los últimos segundos.
Enfrentarse al campeón de Europa, contra una plantilla tan amplia que, pese a las cuatro bajas por lesión con las que se presentó en Madrid -el estadounidense Kevin Winston, Costas Tsartsaris, Fragiskos Alvertis y el serbio Dejan Tomasevic- y sin hacer debutar hasta el tercer cuarto a la más reciente adquisición -el internacional croata Nikola Prkacin, fichado a golpe de talonario del Dinamo Moscú ruso-, puede ganar a cualquiera, resulta complicado.
Mucho más si en el banquillo del rey europeo se sienta el serbio Zeljko Obradovic, el último técnico que condujo a los blancos al cetro continental -Zaragoza 1995-. Un entrenador delicioso, un espectáculo en si mismo, capaz de encender un pabellón con un gesto y con la pasión que derrocha por el baloncesto. Y aún más si del resultado depende una gran parte del futuro de un equipo como el Real Madrid, el más laureado de los grandes europeos.
El Madrid tenía que jugar un partido muy distinto. Sus posibilidades de entrar como cabeza de serie en el sorteo de la segunda fase -o sea, evitar al CSKA Moscú y a los rivales de postín en el Top 16 y, por tanto, abrir la oportunidad de contar con el factor cancha en las eliminatorias de cuartos de final- pasaban por ganar. Al Panathinaikos -cuatro veces campeón europeo en los diez años pasados-, le daba igual todo. Lo tenía todo hecho.
Aún así, el choque echó chispas. El aluvión de faltas personales señaladas soliviantó a los griegos. Tanto, que antes del descanso ya figuraban dos técnicas en el acta -al lituano Sarunas Jasikevicius y al esloveno Sani Becirovic- y, pese a no jugarse nada, ya habían quedado en la retina de las atestadas gradas de Vistalegre varios encontronazos y disputas al más puro estilo de la Grecia guerrera.
El Madrid, con todo lo que se jugaba, eligió el camino correcto, el único que podía llevarle al sorteo del Top 16 como cabeza de serie: lucha, confianza y ningún complejo. Ya es difícil normalmente, pero cuando miras a la otra mitad del campo y ves un quinteto con cuatro bases-escoltas (Vasilis Spanulis, Hatzivretas, Diamantidis y Jasikevicius-, que sin aparente esfuerzo deja seco a Bullock, no por fallar, si no por no dejarle ni tirar y que vuelve de las tinieblas una y otra vez (de 19-10 a 22-24; 53-43 a 64-59), hay que tener mucha dureza mental.
Dureza mental y acierto. El Madrid tuvo ambas cosas. Bullock también. Los tiros libres de las técnicas a Jasikevicius y Becirovic ayudaron a los blancos a abrir hueco al final del primer tiempo y a firmar 53 puntos en veinte minutos. Ahora bien, Bullock clausuró el medio partido como máximo anotador (11 puntos). Sin que eso signifique que todo fuera gracias a él.
Los blancos contaron con un enorme Lazaros Papadopulos en las zonas, con el belga Axel Hervelle como siempre, incansable y eficaz a más no poder. Y, por encima de cualquier otra consideración, con una solidez colectiva sin la que es imposible derrotar a un transatlántico continental como el Panathinaikos.
Los griegos ganaron el parcial del tercer periodo (18-21) después de saldar el segundo con un incómodo 31-19. Le faltaban cuatro jugadores, pero el estadounidense Michel Batiste y la batería de internacionales griegos que trufan su plantel, o el propio Jasikevicius, o Becirovic, o el que sea, todos, son muy, muy buenos.
A falta de cinco minutos (73-70), el campeón de la ACB todavía peleaba por el mejor futuro posible en esta Euroliga que concluye el próximo mayo en el Palacio de los Deportes madrileño, en una Final entre Cuatro verdaderamente importante para el Madrid.
El líder de la Liga española sabía que se jugaba medía temporada. Al Panathinaikos nadie le podía quitar nada. Trece victorias y ninguna en otras tantas jornadas de la primera fase le daban derecho a jugar sin presión. No sin ambición. Para el Madrid perder significaba ceder el sitio como cabeza de serie en el sorteo de la segunda fase al Montepaschi Siena italiano, que el miércoles tumbó al gran rival de los verdes, el Olympiacos, en El Pireo.
El Panathinaikos no muere hasta la bocina. Dispone de tanto arsenal que hipnotiza. Cuando te quieres dar cuenta te ha acribillado. Y no sabes ni quien ha sido. Spanulis anotó el punto que elevaba su cuenta a diecinueve y ponía a los griegos por delante casi sin ruido (80-81).
El Madrid, como no podía ser de otra forma ante la máquina verde de Obradovic tuvo que jugarse todo en el último minuto y medio. Pero los blancos también disponen de grandes jugadores. Raúl López falló un triple antes del 80-81. Anotó Spanulis y volvió a lanzar desde el triple en el siguiente ataque. La metió. Quedaban 49,5 segundos (83-81).
Entonces surgió Batiste para palmear un ataque que encadenó tres lanzamientos previos sobre el aro local (83-81). Era el turno del Madrid. Alex Mumbrú arrancó la personal que podía valer el triunfo. El alero desperdició los dos tiros libres. Al Panathinaikos le esperaban 4,2 segundos para un último ataque. Se lo jugó con Batiste a siete metros. No entró por poco.
La prórroga coronó un enorme partido de baloncesto, un choque de trenes volcánico (86-86 m.43). También una excelsa noche para Bullock y Felipe. Con uno de seis en la estadística de triples y desaparecido casi todo el segundo tiempo, 'Sweet Lou' se levantó, no una, sino tres veces para anotar tres triples seguidos. En medio, también un tapón clave de Felipe. El Madrid es cabeza de serie. El Panathinaikos un gran equipo. Bullock un genio y Reyes un tesoro.
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- Ficha técnica:
95 - Real Madrid (22+31+18+22+12): Tunceri (7), Bullock (22), Mumbrú (12), Hervelle (12), Papadopulos (11) -cinco inicial-, Pelekanos (-), Smith (7), López (14), Reyes (10) y Sekulic (-).
87 - Panathinaikos (24+19+21+19+4): Diamantidis (5), Becirovic (10), Perperoglu (-), Dikudis (5), Zizic (2) -cinco inicial-, Spanulis (22), Batiste (16), Hatzivretas (11), Jasikevicius (14) y Prkacin (2).
Arbitros: LaMonica (ITA), Ryzhyk (UKR) y Dozai (CRO). Excluyeron por personales a Papadopulos (m.39), López (m.43). Señalaron técnica a Jasikevicius (m.18) y Becirovic (m.20), en ambos casos por protestar.
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