Jérôme Kerviel, de humilde empleado de banco a héroe nacional

«Me llamo Jérôme Kerviel. Tengo 31 años. Soy empleado de banco. Especialista en hacer perder millones de euros al banco francés en el que trabajo». Con este anuncio en la prensa, Kerviel nunca encontraría trabajo en una entidad financiera francesa, pero lo que sí se le presentarían serían numerosas novias, algunas ofertas de bancos estadounidenses para hundir a la competencia e incluso le llamarían guionistas de cine y televisión para inspirarse en su experiencia. Se ha convertido en un héroe nacional.

La camiseta reza "La novia de Jérôme Kerviel".

Hasta el jueves pasado, Jérôme Kerviel era un humilde empleado de banca. Acusado de hacer perder a Société Générale, el tercer banco de Francia, unos 4.900 millones de euros, tras arriesgar 50.000 millones en inversiones, al francés de 31 años le han salido admiradores. Y le quieren tanto en Francia como en el extranjero. Es una especie de héroe folclórico. Se le considera poco menos que el Robin Hood francés, que ha dejado como tonto al Sheriff de Nothingham, en este caso la Société Générale. Los más revolucionarios hablan de él como el Che Guevara de las finanzas, que le ha dado un duro golpe al mundo capitalista e imperialista. Puede que consiga incluso la dimisión de Daniel Bouton, presidente del banco francés.

Sus desastrosos contratos, su aparentemente mala mano para las operaciones financieras, pese a que llevaba años haciéndole ganar mucho dinero a la entidad, han resultado encantadores para la gente normal. Para aquellos a los que no les gustan los bancos, los que los consideran unos ladrones. Kerviel es el blanco de los humoristas franceses y un acicate para regocijo del mundo anglo-americano anti-francés.

Pero no sólo sirve de inspiración para el mundo de la televisión. También lo es para el del merchandising. 'Jérôme Kerviel's girlfriend' (La novia de Jérôme Kerviel) o 'Jérôme Kerviel, 4.900 millones de euros de respeto'. Son mensajes impresos en camisetas. Están de oferta en una comunidad social de Facebook llamada 'Jérôme Kerviel debería ganar el premio Nobel de Economía'. Ha habido más de un millón de búsquedas de 'Kerviel' en google en los dos últimos días. Y la frase, "Jérôme je t'aime" se lee en miles de posts a lo largo y ancho de la red. Sólo queda que se hagan camisetas con el famoso, "Jérôme, queremos un hijo tuyo".

Se han extendido los websites con su nombre. Por ejemplo, Jeromekerviel.com. Docenas de vídeos del empleado de banca se han colgado en Youtube y Dailymotion. Ya tiene su propia entrada en la Wikipedia. Posiblemente haya perdido su Facebook el pasado fin de semana, pero más de una docena de falsas entradas se han registrado. Hay más de 30 grupos en inglés y en francés. En uno de ellos tiene más de 900 fans, muchos de ellos celebrando que desde su ordenador haya conseguido el gran déficit anual de SocGen. Otro de los grupos se llama 'Salvando al negociante Kerviel'. Algunos sugieren que 4.900 millones de personas envíen un euro cada uno para salvar su carrera. Como siga así, va a tener más entradas en internet que el mismísimo David Beckham.

Poco tardará Hollywood, si no se le adelantan los estudios franceses, en intentar comprar la historia de Jérôme Kerviel, un guión digno de las películas de los mejores Billy Wilder ('El apartamento') o Frank Cappra ('Juan Nadie' o 'Caballero sin espada').

El estrellato de Jérôme viene por dos vías muy diferenciadas. Por un lado, desde la burla, fundamentalmente en inglés y aparentemente procedente del mundo financiero. A las pocas horas de develarse el caso circulaba en inglés la noticia de que Kerviel estaba estresado por su jornada laboral de 30 horas semanales. Obviamente, de forma irónica. Uno de los posts rezaba "Ahora véndenos la Torre Eiffel", en clara alusión a sus operaciones ficticias. Lo cierto es que Kerviel ha declarado que sus superiores siempre hacían "la vista gorda cuando había beneficios".

La segunda vía es el regocijo de algunos por haber humillado y puesto en evidencia a Sarkozy, el enrollado y millonario presidente francés. Estos admiradores comparten la extendida sensación de que Jérôme está pagando los platos rotos de sus superiores. Es decir, que es el cabeza de turco.

Pero para quienes ha sido verdadera fuente de inspiración son los guionistas de los programas de humor de la televisión francesa. Se han inventado una versión llamada '¿Quién quiere perder millones?', en clara alusión a '¿Quién quiere ser millonario?'. En otro sketch, se apuntaba que Nicolas Sarkozy debería nombrar ministro de Economía a Jérôme Kerviel , sustituyendo así a Christine Lagarde. El argumento es que él sólo ha perdido 5.000 millones, mientras que ella lleva ya 50.000.

Para ser presunto culpable, el banco le acusa de hacer las operaciones a mala fe para hacerles perder dinero, Jérôme tiene un importante apoyo popular. Y, recordemos, ése es un factor importante. Lo esencial es que hablen de uno, aunque sea para burlarse. Entre o no en la cárcel, Kerviel ha entrado en la historia de las finanzas francesas. Y en los corazones de muchos franceses.