Glam, ¡oh, Glam!

LONDRES (REINO UNIDO).-  Desde que entró en vigor la prohibición de fumar en cualquier espacio público y cerrado de Inglaterra, cada vez que te acercas a un club londinense, en lugar de humo, lo que respiras es glamour.

(J.R.)

El muro de la vergüenza del Retro Bar, es decir, la pared junto a la gramola, está repleta de fotos de habituales y famosillos que han pasado o siguen pasando por aquí. Reconozco a Jake Shears, de los Scissor Sisters, a Rufus Wainwright y a su hermana Martha, a Mark Almond y a un travestí que se parece a Patty Smith, o viceversa.

Wendy, la dueña del local, se mueve inquieta entre las mesas y la gente, va con prisas de un lado a otro, a ella le afecta lo de no poder fumar en su propio bar.

En la Nochevieja de hace dos años descubrimos que teníamos en común un número en nuestras agendas, el del artista Galés retirado en la Ribera Baixa, Chase Valentin. Conocí a Chase y su obra cuando exponía en el Art i Co. de Xipi allá por el 2002 en Valencia. Ha llovido desde entonces, sobre todo aquí, que no para.

Wendy fue musa y best friend de Valentin hasta que una trifulca del tipo Maura-Almodóvar los llevó a no dirigirse la mirada nunca más.

Besos lujuriosos, mensajes desesperados a un móvil en Saint Barts, innumerables horas de juegos y pintas, rupturas y vueltas a empezar… las noches del Retro compondrán trozos de mi dispersa historia londinense.

Por fin estamos todos, así que emprendemos la marcha hacia Hummus Bros. Es viernes por la tarde y está lloviendo, así que intentaremos coger un Black Cab (un taxi) en Strand para dirigimos al Soho. Podríamos ir andando, pero como digo, está lloviendo. "Give Peas a Chance" es el lema de Hummus Bros, haciendo juego de palabras con la célebre de John Lennon "Give Peace a Chance". Todos los platos de Humus están de muerte, aunque mejor no probar el de chunky beef porque te puede crear adicción… No me puedo ir sin tomar otro zumo de Aloe Vera, así que me lo tomo y nos vamos, esta vez caminando, a The Friendly Society.

El bar, situado en el sótano de una lingerie (lencería) en una de las calles más escondidas del Soho, es una pequeña caverna llena de arqueología moderna. El dj pincha desde el centro de la sala, ajeno a todos nosotros; decenas de Barbies cuelgan del techo, peces de colores te miran mientras bebes jarras de Cruzcampo y los bafles blancos con forma de mingitorios rezumban por todos lados. ¿He mencionado la sala redonda con almohadones? The Friendly Society es hoy por hoy, por la música, el ambiente, la gente, el bar que vive más independiente de cualquier tendencia efímera.

De ahí al Trash Palace hay un simple paseo a través de China Town. Las tiendas están todavía abiertas, las verduras exóticas de todos los colores todavía en la calle y los habitantes del barrio se mezclan con los turistas que se hacen fotos frente a la puerta de Gerrard Street.

Por alguna razón que se nubla en mi memoria estoy en la lista de invitados del club, por lo que no tengo que hacer cola aunque llegue después de las once.

La música en el Trash Palace es incluso mejor que la de The Friendly Society y si tienes suerte, y llegas pronto, podrás sentarte en uno de los sillones rojos del piso de arriba. Si tienes todavía más, te mezclarás entre la gente de todo linaje y pelaje tanto en la sala roja como en la pequeña pista de baile del primer piso. He perdido a mis amigos tantas veces entre pinta y baile que ya no me preocupa, mañana los veré, o la semana que viene, ¡quién sabe! Pero lo cierto es que siempre es bueno acabar la noche en un lugar cercano a casa, ya sea la tuya o ya sea la de otros.