MADRID.- El asesinato de Benazir Bhutto abre la perspectiva de un prolongado conflicto en Pakistán, un país que durante décadas de mala gestión militar y civil no ha conseguido alcanzar la estabilidad política buscada desde su creación como Estado en 1947. Lo que ocurra a continuación dependerá en gran medida de las decisiones y movimientos del Presidente Pervez Musharraf y de Nawaz Sharif, el principal líder opositor y eterno rival de la ex primera ministra asesinada. Edward Luce, jefe del bureau del Financial Times en el Subcontinente Indio entre 2001 y 2006, autor del libro "In Spite of the Gods: Strange Rise of Modern India", y actual corresponsal jefe del FT en Washington, apunta alguna de las claves:
Los pakistaníes lloran la muerte de Bhutto.
Nawaz Sharif, el único candidato que queda con cierto atractivo electoral como líder del partido más poderoso en la región de Punjab y con numerosos seguidores en todo el país, ya ha anunciado que boicoteará los comicios. Si, pese a eso, con los dos principales candidatos opositores (Bhutto y Sharif) fuera de la contienda, Musharraf decidiera seguir adelante con las elecciones, presenciaríamos la convocatoria más fraudulenta de todas las que ya ha vivido el país bajo su mandato. No me cabe duda de que eso es lo que Condoleezza Rice y Gordon Brown están aconsejándole a Musharraf ahora: que suspenda los comicios porque su credibilidad, ya muy baja, quedaría aún más en entredicho. Pero la cuestión es si el general se sentirá suficientemente presionado como para cancelarlos. La experiencia demuestra que cuando Musharraf desoye los consejos de EEUU, Washington no lo castiga. Basta recordar el referéndum del 2002, cuando recibió un presunto respaldo del 99% de los sufragios y, pese a las críticas internacionales, Washington dijo que la votación había sido limpia.
Musharraf le ha vendido a Washington un argumento falso que podría resumirse en "O los islamistas o yo" y Bush se lo ha comprado, por eso EEUU ha respaldado tanto al general. Pero esa idea de que sin Musharraf sólo habría caos y radicalismo religioso no es cierta. Los islamistas sólo obtuvieron un 12% en las últimas elecciones y seguramente obtendrían mucho menos en unos comicios limpios. Además, son muy impopulares con amplios sectores de la población paquistaní. Por último, la cúpula militar en el poder en Pakistán no es islamista radical y no respaldaría un movimiento jihadista. Pero aunque el análisis que ha hecho el Gobierno de EEUU sea erróneo, lo que tiene claro Washington es que ahora se ha quedado sin opciones. El escenario paquistaní es demasiado complejo, tiene demasiadas variables. Y EEUU, con su respaldo a Musharraf, ha alienado a quienes podrían apoyar a Occidente: la clase media secular paquistaní. Lo mejor que EEUU puede hacer públicamente ahora es mantener un silencio absoluto y no manifestarse en ningún sentido porque eso iría contra sus propios intereses.
Musharraf sólo puede elegir entre mal y peor. Opción 1: podría seguir adelante con las elecciones pero eso sería un ejercicio hueco que probablemente generaría protestas que llevarían en su salida del poder. Opción 2: reactivar el estado de excepción para intentar estabilizar el país y posponer las elecciones. Pero esa opción seguramente provocaría aún mayores protestas, incluso más violentas de las que se registraron cuando decidió recurrir a ese mecanismo en noviembre pasado. Creo que lo único que puede hacer Musharraf es rezar.
El peligro con Pakistán no es tanto quién estará en control sino que el país quede fuera de todo control. Lo que Pakistán necesita es algo que llevaría ahora mucho tiempo: reconstruir el sistema de partidos, dar voz a las clases medias que no están representadas por nadie, abrir espacios a los sectores seculares. Pero para llegar a eso, haría falta implantar una democracia controlada que permitiese desarrollar esas bases democráticas. En ese sentido, los años de Musharraf han sido una gran oportunidad perdida para Pakistán.
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Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Citar este verso de Machado no puede ser más ocurrente al hablar de Mariano Rajoy. Tras la renuncia de Zapatero y las voces que señalan que la estrategia popular podría verse dañada, es necesario preguntarse algo. ¿Ha hecho camino Rajoy? ¿Se ha preparado para ser presidente? Quizás la respuesta sorprenda.
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“Algunos luchamos por tener los pies en suelo.” Lo decía ayer en su Twitter Raül Romeva, uno de los cuatro eurodiputados españoles (Oriol Junqueras, de ERC, Ramon Tremosa, de CiU, Rosa Estarás del PP y él, de ICV) que apoyaron la enmienda para evitar que el presupuesto comunitario de 2012 contemple los vuelos en primera clase de los parlamentarios europeos. No era una excepción. Lo escribía ahí porque es lo que hace siempre: ser transparente.
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Son los cien primeros, como podrían ser doscientos o diez. Lo importante es el concepto. La idea de tener unos días para llevar a cabo la transición desde la oposición al gobierno. Del banquillo, a llevar el dorsal titular. Nunca tendremos una segunda oportunidad de crear una buena primera impresión. Y los cien primeros días son esa primera impresión. Veamos su importancia.
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“Os propongo que sea el Comité Federal, en la próxima reunión que tengamos, después de las elecciones autonómicas y municipales, el que fije el momento de activar el proceso de primarias previsto en los Estatutos del partido para elegir nuestra candidatura a las próximas elecciones generales.” De esta manera, Zapatero ha puesto las primarias en el punto de mira tras anunciar que no será candidato a la reelección. Tras este anuncio, observamos algunas reflexiones sobre el proceso
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