Lee presiona a Pyongyang para que abandone su poder nuclear

Seúl.-  En su primer día como presidente electo surcoreano, Lee Myung-bak presionó hoy a Corea del Norte para que abandone su potencial nuclear, pero abrió la puerta a la cooperación con Pyongyang si cumple con su compromiso de desnuclearización.

Lee, un antiguo ejecutivo que durante años fue un popular alcalde de Seúl, trazó hoy las líneas maestras de su futuro mandato un día después de lograr una victoria aplastante en las urnas con el 48,7 por ciento de los votos.

Sin rehuir el asunto más importante de la política exterior surcoreana, Lee urgió a Corea del Norte, en un discurso exento de efectos de la resaca electoral, a que abandone su potencial nuclear porque ello permitiría la "continuidad del régimen" y sería "beneficioso" para los norcoreanos.

A su juicio, el presidente saliente, Roh Moo-hyun, se ha equivocado con su política de apaciguamiento del régimen comunista pues la desnuclearización es el principal asunto en la agenda intercoreana.

En una aproximación al asunto que probablemente sea más del agrado en Washington que la de su antecesor Roh Moo-hyun, Lee anunció asimismo un cambio de postura en la visión surcoreana de la situación de los derechos humanos en Corea del Norte.

Esa posición también acerca a Lee a Japón, que junto a Estados Unidos ya lo ha felicitado oficialmente por su victoria.

El presidente electo y ex alcalde de Seúl, a quien Roh prometió hoy lealtad en el proceso de transición, avanzó por lo general una política de crítica constructiva respecto al trato que Pyongyang da a sus ciudadanos.

En este punto se adivina una voluntad de distanciarse de la política de boca callada que ha mantenido la actual Administración surcoreana a medida que iba avanzando el proceso de acercamiento entre los dos países.

Durante la campaña Lee, un ex alto ejecutivo, prometió que elevaría el PIB per cápita de Corea del Norte hasta los 3.000 dólares, o 2.080 euros, al año si Pyongyang se aviene a abrir la puerta a la libertad.

El plazo previsto para su toma de posesión es el 25 de febrero.

Ese día ganará la inmunidad presidencial, pero hasta entonces Lee permanece relativamente vulnerable a la investigación que una comisión parlamentaria todavía por configurar va a desarrollar sobre su posible implicación en un caso de corrupción bursátil.

Lee Myung-bak, un pragmático con un pasado como magnate de la construcción, ofreció un horizonte de cal y arena: si Corea del Norte cumple con sus compromisos se abrirá un horizonte de cooperación económica.

El embrión para esta colaboración ya existe: el complejo de industria ligera de Kaesong, donde la inversión surcoreana y la mano de obra norcoreana producen bienes conjuntamente.

Si Corea del Norte cumple con la siguiente fase en el proceso de desnuclearización, la entrega de un inventario con todos sus programas nucleares, incluido el de enriquecimiento de uranio, Lee está dispuesto a abrir la puerta a una colaboración a mayor escala.

En el horizonte que pinta el presidente electo se divisa un aterrizaje de los grandes conglomerados industriales surcoreanos, que mejorarían la situación económica de Corea del Norte, desesperadamente necesitada de divisas extranjeras, y de paso abriría un territorio preferencial para el sector privado surcoreano.

La economía es al fin y al cabo el asunto que ha aupado al poder a Lee, que durante muchos años dirigió la división de construcción de Hyundai.

Los surcoreanos estaban cansados de las políticas del progresista Roh, que con su concentración en el asunto norcoreano desatendió la economía y permitió un progresivo aumento de los impuestos y de los precios de la vivienda.

A este asunto se referían hoy la mayoría de los editoriales de los periódicos, que atribuían la victoria de Lee, con la mayor diferencia respecto al segundo de toda la historia de las presidenciales surcoreanas, al hartazgo de la población con las políticas económicas de Roh.