Al ritmo de un susurro grave y envolvente, Diana Krall ha ofrecido anoche, en el Palacio de Congresos de Madrid, una cálida actuación en la que ha desgranado las composiciones de su último álbum, "Quiet songs", el particular homenaje de la cantante a la bossa nova brasileña. Nacida en Nanaimo (Canadá) hace 44 años, Diana Krall ha caracterizado su carrera por una querencia hacia los sonidos de base jazzística, esos con los que ha rendido tributo en "Quiet songs" a la "nueva ola" que surgió en la década de los cincuenta en el país canarinho. Pero los sonidos que fundaron Joao Gilberto o Antonio Carlos Jobim sólo quedan registrados en el disco de Krall, porque la artista, en sus directos, deja los experimentos a un lado y ataca las distintas piezas en ese registro de jazz que domina a la perfección. Ataviada con un sencillo vestido rojo con motivos negros, la canadiense arrancó la velada sentada al piano, desde el que atacó una acelerada melodía instrumental. Un estallido intenso en el que, como durante el resto de la noche, destacaron los solos de Anthony Wilson -guitarra-, Ben Wolfe -bajo- y Karriem Riggins -batería-. 1M9S
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