Maimouna Gueye, que perdió a su hijo en 2007 cuando trataba de llegar al archipiélago español de las Canarias, es una de las 400 mujeres que se reúnen cada día en diferentes puntos de Senegal para "ganar algo de dinero y explicar a los jóvenes que subirse a un cayuco es sinónimo de muerte". Gueye explica a Efe que trata de olvidar su tristeza haciendo muñecas, a las que viste con telas africanas de brillantes colores, y es una de las integrantes de la llamada Asociación de Madres y Viudas de Víctimas de los Cayucos. 1m29s
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