La minoría phnong de Camboya ve peligrar su modelo de sociedad milenario ante la irrupción de negocios de caucho y minería en sus tierras ancestrales, que llevan aparejada la llegada de extraños con nuevas costumbres y aparatos. La cultura phnong de la recóndita provincia de Mondulkiri está íntimamente vinculada a la tierra de la cual procede su principal sustento, el arroz, que aún cultivan siguiendo el antiguo método de la rotación de campos. Según sus creencias, la tierra y los bosques también dan cobijo a las almas de los ancestros y los espíritus que protegen a la comunidad. Sru Khloc, un phnong que vive cerca de la frontera vietnamita y que vive en la aldea de Busraa, ha visto cómo los que eran sus bosques han quedado arrasados para dar cabida a una plantación de caucho propiedad de la empresa francesa Socfin, uno de los gigantes mundiales del sector. Varias ONG y grupos de defensa de los indígenas han denunciado irregularidades en el proceso de expropiación, con contrapartidas insuficientes para los propietarios ancestrales y amenazas de por medio, en algunos casos. Los phnong, no obstante, tienen otras preocupaciones. "La compañía destruyó un cementerio. Siempre lo habíamos cuidado con cariño. Ahora, seguro que los espíritus se habrán enfadado y algo malo nos va a ocurrir", explica Khac Pyach, otro de los expropiados. Geoffroy de Vernou, director de la plantación en la que se han deforestado 10.000 hectáreas para plantar alcornoques, niega tal extremo y asegura que ha preservado los lugares sagrados de la tribu. El nuevo negocio también ha multiplicado la presencia de población de etnia jemer, la mayoritaria en Camboya, que ha traído consigo unos cambios de vida difíciles de asimilar para los phnong. El uso de la moneda, por ejemplo, les pone en serios apuros a la hora de vender a buen precio sus productos en el mercado, pues sus rudimentarias nociones de economía se limitan al trueque. El contacto con los forasteros también ha provocado que los phnong hayan abandonado su vestimenta tradicional, construyan sus casas según los nuevos patrones jemeres y destinen su escaso dinero a comprar teléfonos móviles o motocicletas. Su música y danzas folclóricas sólo se interpretan ya para distraer a los turistas que se acercan a la zona. La pérdida de identidad es aprovechada por las autoridades del país, quienes niegan la condición indígena de los phnong para saltarse la ley que prohíbe la venta de tierras de las minorías. 2M8S
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