La derrota de John McCain supuso un duro golpe para el candidato, su partido y también para sus seguidores. La noche electoral el Phoenix terminó entre lágrimas y rostros de desolación. El candidato republicano reconoció ante sus simpatizantes el triunfo de Obama. A pesar de que las encuestas daban como favorito al demócrata, sus palabras cayeron como un jarro de agua fría entre los asistentes. "El pueblo estadounidense ha hablado. He llamado al senador Obama para felicitarlo tras ser elegido como presidente de este país, que ambos amamos", dijo McCain a sus partidarios, que abuchearon cada vez que el senador mencionaba el nombre de Obama. Y después los consoló: "es natural que hoy nos sintamos un poco defraudados, pero mañana debemos superarlo".