Pollos sin cabeza

Lo del ministro Corbacho no me mosquea. Ya contaba con que echaran las culpas a los inmigrantes. En cuanto una crisis económica se pone gallarda (le copio la frase al Vladimiro), los gobiernos empiezan a correr en todas direcciones como pollos sin cabeza. ¿Inflación a tope? Desenterremos los muertos de la guerra. ¿Déficit por cuenta corriente? Marchando una ley del aborto. ¿El paro se descontrola? Que no entren más inmigrantes.

(EFE)

¡Alto ahí! Que no venga nadie más.

Siempre hay alguno que piensa eso, que con menos inmigrantes, más trabajo a repartir. Hasta parece lógico. Pero no. Miremos las cosas como son: ahora mismo, faltan currantes en el campo, para recoger cosechas, y en las casas, para limpiar y sobre todo cuidar viejecitos y enfermos. Los españoles no quieren hacer ninguno de esos trabajos, porque son jodidos y dan muy poca pasta. Entonces, ¿quién?

Alguien dirá: pues que los hagan los inmigrantes que ya están aquí y se pasan el día en el paro, tocándose las bolas a dos manos. Pues para vendimiar y rollos de esos, no digo que no: el Ahmed y yo mismo tenemos ya experiencia en la materia. Pero lo de cuidar personas es un poco más peliagudo. Porque si un tipo grandote, feo, barbudo, atufando a tabaco negro y encima moro, como el Ahmed, se presenta en un domicilio y dice que ya se encarga él de la abuelita, llaman a la policía. La gente prefiere personal del tipo Vladimiro, latinos de buen carácter y verbo florido. Y a esos también los quiere la hostelería.

Ojo, que no estoy diciendo que el Ahmed no tenga buen carácter. Anoche mismo montó en esto que llamamos casa la cena de Ramadán, trajo un montón de comida y a sus amigotes, y nos invitó al Vladimiro y a mí. Todo a cambio de que no chistáramos mientras veía el 'Cuéntame', que yo al principio pensaba que quería aprender un poco de lo que pasó con Franco y la Transición en España, pero no: se traga todos los capítulos con ojos de corderito porque está colgado de Ana Duato. Espero que el Ahmed no lea esto, y si lo lee, pues mira, ajo y agua, que la verdad nunca ofende.