No sé si durará el rubio. Y no sé si es entrenador para el Madrid. Si hubiera que apostar, pondría dinero a que no. Un tipo raro, Schuster. Inteligente, con sentido del humor y hasta, normalmente, buen carácter. Pero raro. Su principal problema es el Schuster futbolista. Fue un jugador único, porque hacía algo que muy pocos pueden hacer: poner el balón en cualquier lugar del campo, en cualquier momento. Hoy, en España, eso no existe. Guti o De la Peña, dos buenos pasadores, tienen un radio de acción máximo de 30 metros. Xavi, de 20. Bernardo la ponía a 40 metros sin fallar un centímetro: miraba y ponía.
Bernd Schuster, entrenador del Real Madrid
Al Schuster futbolista no le importaba mucho la disposición de su equipo, o del contrario, porque lo suyo era el jazz. Quien dirige el balón como por telepatía carece de límites: puede estirar por allá, frenar por aquí, modificar la partitura o inventar una nueva. El fútbol que tiene en la cabeza es caprichoso, variable. Muy difícil de explicar a los jugadores, si no hay un Schuster que lo interprete en el campo.
El otro problema es de carácter: tiene que mandar, y tiene que ganar. Si no, se larga. En la Eurocopa de 1980 se salió con la selección de Alemania Federal, que ganó y, cosa rara en un combinado alemán, hizo un fútbol estupendo. Pero lo dejó enseguida. En el Mundial de 1982 ya no estaba, porque no se entendía con Kaltz ni con el resto de los «poderes fácticos» del equipo. Con el Barcelona acabó mal porque no soportaba que los técnicos, sobre todo Udo Latek, le dijeran lo que tenía que hacer. Y en la final de Sevilla se largó antes del final del partido porque le insultaron de la peor forma posible, enviándolo al banquillo. En último extremo, su problema con el Barça fue que, pese a estar él, pese a estar Maradona, pese a todo, no se ganó nada importante. No fue capaz de entenderlo ni de digerirlo.
Un poco como ahora. Parece empeñado en mantener que el Real Madrid no pierde, que está fuera de la Champions pero no es peor que nadie. Otra vez se pega contra el muro. No tenía esos problemas con el Jerez (donde el problema consistía en que no le dejaban mandar del todo) o con el Getafe, porque las expectativas eran muy bajas. En el Real Madrid, él mismo se exige ganarlo todo. Y como no le salen las cuentas, se cabrea.
Siendo como es, igual pega la espantada antes de que le echen.
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Anatoli es extranjero y célibe. Está dotado de una poderosa ignorancia, lo que le convierte en un polemista temible. Le gustan el fútbol, los membrillos y los sucesos truculentos. Nunca ha escrito un blog. Parece improbable que le permitan intentarlo de nuevo.
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