Hasta luego, Gordo

Hasta luego, Gordo. Se acabó lo más bonito. Podrás jugar aún un rato, algún añito, supongo que en Brasil y rezagado, lejos de la bronca del área. Pero el fútbol grande puede ir olvidándote. Tienes para un año de convalecencia, las dos rodillas de vidrio y demasiados kilos. Pesabas 82 cuando llegaste a Barcelona y eras «El Fenómeno», «El extraterrestre», el mejor delantero del mundo. Ahora, después de la dieta más severa, no bajas de 90. Demasiado para tus rodillas, para tus acelerones, para tus regates imposibles.

CHARLES PLATIAU (Reuters)

Ronal al llegar al hospital de La Pitie Salpetriere en París.

Tenía que pasar. Te rompiste el 31 de julio, tardaste tres meses en volver y volviste sólo para caminar. Mientras los demás entrenaban en Milanello, tú corrías alrededor del campo a trote cochinero y te apuntabas sólo un rato al partidillo, tocando el balón con cuidado, sin que nadie se atreviera a rozarte. Todos, incluido el técnico, sabían que el desastre era cuestión de tiempo. Quizá Ancelotti quería acabar de una vez por todas con la comedia, y por eso te hizo saltar el miércoles al césped de San Siro. Duraste un minuto. En ese minuto conseguiste un penalti y te quedaste clavado en el suelo: dijiste hola y adiós en unos pocos segundos.

Siempre fuiste así, un tipo de minutos. Por eso lucías tanto en los resúmenes de televisión. Merodeabas por ahí, pensabas en tus cosas, paseabas por el balcón del área, ibas a lo tuyo. Los demás tenían que romperse los cuernos durante 90 minutos. A ti te bastaba uno para romper el partido: una mirada, dos pasos, dos toques, un gol.

Quién iba a decirlo. Fuiste un chaval desnutrido de Bento Ribeiro, el barrio más cutre en el universo de favelas de Rio de Janeiro. No tenías ni dentadura. Con sólo 16 años, el viejo Jairzinho te compró por 25.000 dólares y una visita al dentista, aquella en la que te pusieron los famosos dientes de conejo. Del Sao Cristovao al Cruzeiro, del Cruzeiro, por 200.000 dólares, al Belo Horizonte. De ahí, al PSV holandés: 55 goles en 57 partidos. Fue el inicio de un carrerón insuperable. Pocos han jugado en Barcelona, Inter, Madrid y Milan. Aún menos, sólo tú y Zidane, han sido tres veces FIFA World Player.

Tu traspaso al Milan fue ya un presagio: el Real Madrid te compró por 45 millones y te vendió a Berlusconi por siete. Eras la sombra de Ronaldo.

Hasta luego, Gordo. Quienes te vimos jugar cuando eras «El Fenómeno», cuando tenías rodillas, cargabas con sólo 82 kilos y olías a hambre de gol, no te olvidaremos.