El autor de 'Pedro J. Ramírez, al desnudo' titula el capítulo con un explícito 'Diario 16: Caín contra Abel'. Parece que el desmantelamiento del periódico icono de la Transición, el asalto a sus arcas y a su redacción para montar 'El Mundo' fue una guerra fratricida entre Juan Tomás y Alfonso de Salas, con la dirección orquestal de JotaPedro, a quien Juan -propietario del Grupo 16- había convertido en el director de periódicos más joven de España. Tu quoque, Brute, filii mei!
De izquierda a derecha: Justino Sinova y José Luis Gutiérrez, Juan Tomás de Salas y JotaPedro Ramírez, en la presentación del último como director de Diario 16 (mayo de 1980).
La llegada de JotaPedro a la dirección de 'Diario 16' se gestó en febrero de 1980 en un villorrio de Segovia donde el ministro de Presidencia Joaquín Garrigues Walker recomendó al periodista logroñés al presidente del Grupo 16, Juan Tomás de Salas, que acababa de poner de patitas en la calle a Miguel Ángel Aguilar por una información cierta sobre cambios en la cúpula militar que molestan al gobierno de la UCD.
Cuenta el autor que la relación entre Ramírez y Garrigues se inicia a mediados de los setenta cuando el primero acude como redactor de ABC a la casa del segundo para hacerle una entrevista. "Joaquín Garriges Walker actuó con Pedro J. Ramírez como un encantador de serpientes. Aquel tipo que no pegaba golpe y vivía de las rentas de las empresas familiares le habló de la 'Nueva Frontera', el programa electoral de Kennedy, su apuesta por erradicar a todos los enemigos de la humanidad, la tiranía, la pobreza, las enfermedades..." Joaquín tenía ansias de conseguir la presidencia del Gobierno y JotaPedro se veía como Ben Bradlee -director de 'The Washington Post'-, el amigo y confidente del presidente Kennedy. Ambos, además, detestaban a Adolfo Suárez y le daban por amortizado tras la aprobación de la Constitución.
En esos últimos años de los setenta hasta su dimisión, la principal atracción de JotaPedro, Garrigues y Tomás de Salas -con la complacencia de muchos 'compañeros' de partido de Suárez- era la conspiración de salón, el juego de cambiar el Gobierno y confeccionar uno al gusto de los marquesitos. Francisco Fernández Ordóñez sería ministro de Economía, Juan Tomás de Salas se reservaba una vicepresidencia y el ilustre director de 'Diario 16' ocuparía el mismo cargo que Fraga, es decir, ministro de Información y Turismo.
Ese fue el primer cometido de JotaPedro al frente del periódico. Pero duró poco, apenas un mes. El 28 de julio 1980 moría de una leucemia Garrigues. "Lloró tanto que los gemidos se oían desde la escalera exterior e incluso en los pisos colindantes. [...] Él lloraba sin consuelo. Pasada casi una hora y después de ingerir varios tranquilizantes orales, pudo contenerse un poco. Secó las lágrimas, desenfundó su máquina de escribir y allí mismo, al borde de la cama, se puso a escribir un delator editorial: 'El recambio era Garrigues'", relata Díaz Herrera.
Las ansias de acabar como fuera con Suárez no se detienen, y eso que el Gobierno y la UCD financiaron, según el autor, con bastantes millones de pesetas el proyecto de Diario 16, colocando incluso a hombres de confianza en el consejo de administración del periódico. Hay queda la 'operación de Landelino Lavilla' o el apoyo explícito al PSOE de Felipe González en 1982.
Pero los juegos de poder a los que se aficionaron Juan Tomás de Salas y JotaPedro pronto se volverían en contra del primero. En 1985, a la vista de las pérdidas de ventas y publicidad de la prestigiosa revista 'Cambio 16', el presidente del grupo decide echar a la calle a su director, Pepe Oneto y coloca en su puesto a su hermano, Alfonso de Salas, quien odia desde pequeño a su hermano, según relata en el libro la hermana de ambos. Ese despido fulminante hace temerse lo peor al equipo directivo del periódico -Balbino Fraga (director de publicidad), Alfonso de Salas, Juan González (asesor financiero del grupo) y JotaPedro- que comienza a barajar la posibilidad de montar el suyo propio. El director cumple su función: radicaliza la postura del diario con el Gobierno del PSOE y utiliza, día sí y día también, el tema de los GAL, que él mismo había jaleado años antes.
La paciencia de Juan Tomás de Salas con su hermano y JotaPedro estalla el 4 de marzo de 1989. Esa noche estaba cenando junto al ministro de Cultura, Jorge Semprún, con el que había compartido lucha antifranquista, cuando recibió uno de los primeros ejemplares del día siguiente de su periódico. El primer editorial, titulado 'La rosa y el capullo', era un ataque frontal contra su anfitrión presente en el mismo comedor.
"Llamar 'capullo' a un ministro de la nación que se había jugado la vida con la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, comparar sus conocimientos con los del Calendario Zaragozano e invitar a realizar una incursión por las cloacas del Estado a alguien que había sido detenido y torturado por el nazismo, que había desafiado a la dictadura infiltrándose clandestinamente como miembro del comité ejecutivo del PCE en la España franquista y que se había jugado la vida por las libertades, era algo más que faltarle el respeto. Un editorial de esa catadura, en opinión de Salas, sólo podía ocurrírsele a un 'capullo' logroñés, que no había viajado más allá de su bragueta y que presumía de ser uno de los mejores periodistas de nuestro tiempo." (Díaz Herrera dixit)
Como su hermano se negó a echarlo al día siguiente, Juan tomó la decisión de despedirlos a los dos, y con ellos se marchó Balbino Fraga. Su primera idea fue poner en marcha en seis meses el nuevo periódico que ya venían gestando en la sombra (se llamaría 'Futuro'). María Elena de Salas recuerda cómo en las Navidades de 1988 su hermano Alfonso le confesó que llevaba varios meses trabajando en secreto, haciendo un periódico. "En cuanto pueda me separo de mi hermano. Voy a hundirlo. Aunque sé que él solo se va a arruinar, si no lo consigue, yo me voy a prestar muy gustoso a ayudarle". Pero antes de poner en marcha aquel proyecto se cruzó en su camino el presidente de Banesto, Mario Conde -sí, el mismo que acabaría en la cárcel-, quien les ofreció toda su ayuda para quitarle el imperio a Juan Tomás haciéndose con el control de la mayoría de acciones. Entre los tres despedidos poseían el 30%. Los represaliados comienzan sus contactos con el editor francés Robert Hersant para que éste se haga con la mayoría de las acciones, les reponga en sus puestos, y eche al patrón por la borda.
Pero todo se viene abajo por una coincidencia. El 2 de abril de 1989 el fotógrafo de 'Cambio 16' Gilberto Villamil coincide en un viaje a Francia con dos letrados que comentan entre ellos la operación. Al aterrizar pone en conocimiento de todo a Juan Tomás de Salas. Sin embargo, el propietario del grupo no se intranquiliza. Ya conoce la operación, pero tiene confianza total en el resto de sus amigos accionistas. Por eso, cuando el 6 de abril recibe la llamada de Conde anunciándole que le han pedido un crédito de 4.000 millones de pesetas para comprar acciones del grupo, y le ofrece la posibilidad de no concederlo, Juan "comete el peor error de su vida" y decide no hacerle caso.
A las 20.30 horas el representante legal del grupo francés Hersant se instala en el hotel Wellington de Madrid y, con el crédito de Banesto en la mano, comienza a recibir a distintos accionistas a los que recompensa extraordinariamente por sus acciones. La compra se realiza sin conocimiento de Juan al menos durante doce horas, el tiempo que les da de cortesía el vicepresidente del grupo, César Pontvianne, antes de confesárselo a su amigo. Es entonces cuando se ponen manos a la obra para salvar su imperio. Crea una empresa matriz en la que los accionistas que todavía no han vendido sindican sus títulos con los suyos. También tuvo que comprar sus títulos a otros, y para ello contó con la ayuda de Mariano Rubio, gobernador del Banco de España, y Manuel de la Concha, propietario de Ibercorp -que serían puestos años más tarde en el disparador por 'El Mundo'-.
Juan Tomás de Salas había ganado la batalla, pero se había dejado todo el dinero que no tenía en la guerra, donde, además, había perdido en el camino a muchos amigos y aliados. "Mi ruina fue provocada por 'El Mundo'. Con el apoyo de Banesto, que le financiaba, se llevó ciento y pico tíos de 'Diario 16'. Además, pagó el asalto de Hersant contra el periódico, lo que me obligó a endeudarme para defenderme", confesó poco antes de morir en agosto de 2000.
"Sé que Caín, porque yo le sigo llamando Caín, hizo un pacto con 'JR' para quedarse con el periódico y, apoyándose mutuamente, se lanzaron a una carrera desenfrenada para desafiar al Gobierno e imponerse en 'Diario16', convirtiéndose en los dueños", señala María Elena. La viuda de Juan Tomás añade: "Pedro J. Ramírez era un individuo amoral, un tipo sin escrúpulos, que lo que pretendía era utilizar el periódico para mandar sobre los políticos, que era su única ambición. A Juante le mata la traición de Ramírez pero, sobre todo, la de su hermano. Fue él quien empezó a conspirar en secreto para destruirle y lo logró".
Próximo capítulo: JotaPedro al desnudo. El chapuzón ilegal en la ameba cubista
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