Amigos para siempre

Para ser martes y trece, el día nos vino cargado de noticias. Zapatero por fin pisó el Despacho Oval, el PP desde Madrid destituyó a Costa y Garzón desmanteló la nueva cúpula de Batasuna.

Zapatero y Obama posaron ante la chimenea del Despacho Oval

Por un momento hubiera jurado que se trataba de un terremoto. Estuve así tentado de echarme a la calle, pero justo cuando estaba por abrir la puerta, en la radio que tenía encendida oí la noticia que en ese preciso instante, el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ZP para los amigos, iniciaba su encuentro con el recién electo Premio Nobel de la Paz, el novel presidente de los Estados Unidos, Barack Obama. No era por tanto un seísmo, sino un vulgar efecto colateral de la conjunción interplanetaria consecuencia del encuentro los dos líderes mundiales.

Ironías a un lado, lo cierto es que Zapatero ha acudido finalmente a la Casa Blanca, lo que no deja de ser un éxito por parte de la diplomacia española, que ha tenido que emplearse como nunca para restañar las heridas causadas por el propio líder socialista en las relaciones con Washington. Eso sí, han tenido que pasar más de cinco años, todo un récord, para que el presidente de la nación más poderosa del mundo, recibiera en su despacho al presidente de España. Más vale tarde que nunca se suele decir, o nunca es tarde si la dicha es buena, pero en este caso, ni todo el refranero español sería suficiente para ocultar lo que no deja de ser un hecho absolutamente normal entre dos países históricamente aliados. Venir ahora a sacar pecho por algo que debería haberse producido hace unos cuantos años, resulta por ello además de presuntuoso, fuera de lugar.

Para valorar la importancia de este interplanetario encuentro, o más concretamente, el valor que se le da a un lado y a otro del océano, no estaría de más echar un vistazo a las portadas de los principales medios de ambos países. Cualquiera que haga este pequeño ejercicio de investigación periodística, se dará rápidamente cuenta de lo que ha significado para los estadounidenses la visita del presidente del gobierno español.

Sea como fuere, no deja de sorprender el desmesurado fervor con el que Zapatero ensalza las bondades de su colega americano. Quien le ha visto y quien le ve. A juzgar por las fotografías que hoy hemos podido ver, y a tenor de las palabras pronunciadas por el presidente del gobierno, bien parece que Zapatero le ha declarado a Obama su fidelidad eterna al ritmo de “amigos para siempre”. Que España regularice sus relaciones con los Estados Unidos no deja de ser una buena noticia. Lo que convendría evitar es que ese “amigos para siempre” no conlleve aceptar imposiciones o que como diría un castizo, que nos traten de meter un gol por toda la escuadra. En el caso de Afganistán, el novel presidente de la paz, parece que ha obtenido ya el compromiso por parte de Zapatero para que España refuerce allí sus efectivos presentes.

Dejando el ámbito internacional, y quedándonos en España, otros que parecen haber entonado el “amigos para siempre” han sido Camps y Costa. El presidente de la Generalitat y del PP valenciano, Francisco Camps se negó hasta el último momento a cesar a su colega, el hasta este miércoles secretario general del PP de aquella región, Ricardo Costa. ¿Miedo a lo que pueda esconder la supuesta manta o amistad verdadera? El PP valenciano le está haciendo un flaco favor al partido a nivel nacional. El hecho de que se hayan producido filtraciones interesadas en el sumario, unidas a flagrantes irregularidades a la hora de garantizar el derecho a la defensa de los implicados, no debe servir de coartada para que no se acometa a nivel interno del partido, todas las acciones encaminadas a resolver y dar luz a una trama que a día de hoy, se encuentra bajo la atenta mirada de toda la opinión pública, que recela de un partido incapaz de solucionar un problema que ha alcanzado una relevancia que nunca debería de haber adquirido.

Pero aún ha habido lugar este martes para una nueva prueba de “afecto”. Y es que el juez Garzón, quizás envidioso de las portadas que sabía que coparían Zapatero con su reunión con Obama, y Rajoy con la trama Gürtel, no quiso dejar pasar la ocasión para dar un nuevo golpe al entramado de ETA. Nada mejor para eso de volver a poner a la sombra a un viejo “amigo”, el líder batasuno, Arnaldo Otegui. En esta ocasión no queda otra que felicitarnos por la acción de juez más mediático del panorama nacional.

Visto lo visto, nadie podrá decir nunca más que el martes y trece es un día gafe o que trae mala suerte. Desde hoy mismo lo propongo como el día de la amistad. Amistad eterna.