Zapatero y la cabra

Un año más la cabra de La Legión ha sido protagonista en el desfile de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, en esta ocasión, los gritos contra el presidente del gobierno, le han restado parte de ese protagonismo.

La cabra de La Legión, protagonista una vez más del desfile del 12 de Octubre

Este lunes con motivo del 12 de Octubre se celebró en Madrid el tradicional desfile de las Fuerzas Armadas, en el que de nuevo los legionarios con su paso acelerado, se llevaron los mayores aplausos por parte de las personas que se congregaron en la Castellana para presenciar in situ el desfile. Vítores para ellos y por supuesto para su cabra, Golfa, protagonista indiscutible sin cuya presencia estelar La Legión no sería lo mismo, y no digamos ya si finalmente prospera la intención de que los legionarios no puedan lucir nunca más sus camisas abiertas, sus patillas a lo Algarrobo ni sus pobladas barbas.

Golfa, que por si alguien no lo ha adivinado, es el nombre de la cabra que en esta ocasión acompañaba a La Legión, se ha convertido por méritos propios en toda una personalidad. Sin embargo este lunes a Golfa se le podía atisbar una mirada de disgusto, ya que presumida como es, había descubierto que no era el centro único de todas las miradas.

Y es que a la tradición de aplaudir a la cabra de los legionarios, se ha unido en los últimos desfiles un nuevo rito, en palabras de su propio actor principal: los abucheos al presidente, concretamente, a este presidente.

Porque si ya en años anteriores se habían escuchado gritos y coros contra Zapatero, sin duda en este 12 de Octubre, lo que otrora eran descalificaciones proferidas por un grupo más o menos minoritario han pasado a ser reprobaciones de un colectivo mucho mayor. ¡Zapatero dimisión!, se pudo oír así con meridiana nitidez. ¡Zapatero dimisión!

Partiendo del hecho de que un político debe aceptar la crítica por mucho que la ocasión no sea la más indicada para exteriorizarla, lo que no debería en este caso Zapatero es tratar de restarle importancia o incluso ironizar sobre la cuestión, refiriéndose así a las críticas como algo que “forma parte ya del rito”. En lugar de esto, debería el presidente preguntarse precisamente por qué los abucheos contra su persona “forman parte ya del rito”. Las cosas no pasan solas porque sí, y no vale excusarse en que se trata de personas promovidas y dirigidas por algún sector de la oposición. Las personas, en contra de lo que muchos políticos puedan pensar, no son tan fácilmente dirigibles ni manipulables.

Las encuestas que hemos conocido esta pasada semana sobre intención de voto, deberían hacer reflexionar aún más si cabe a Zapatero. Él, que desde sus inicios como presidente defendió la necesidad de escuchar la voz de los ciudadanos, convendría que ahora no permitiera que las palmaditas en la espalda le taponaran los oídos. Palmaditas de apoyo como las que el propio alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, le dispensó al ser testigo de los coros contra el presidente del Gobierno.

Mucho más tibio se mostró el líder la oposición, Mariano Rajoy, quien prefirió no referirse al tema para evitar valorar si en una celebración institucional, es apropiado el que se profieran gritos contra el presidente. Rajoy, no debería tampoco dormirse en los laureles de las encuestas, ni enrocarse de forma permanente en una conducta opositora a todo lo que tenga que ver con los socialistas, y que le ciegue a la hora de posicionarse en hechos como los acaecidos en el desfile del lunes. Como político que es, como líder de la oposición, tendrá su opinión y debe pronunciarse en consonancia. Ya se sabe que quien calla otorga. Y cuesta creer que Rajoy apruebe en absoluto lo sucedido en la Castellana.

Hoy, mientras Golfa habrá ya vuelto a su cuartel con la satisfacción del deber cumplido y reconocido, Zapatero se ha ido a Washington a visitar al flamante novel de la paz. Quizás Obama, cuya popularidad no sabemos si se habrá recuperado tras la concesión del Premio Nobel, pueda darle consejos y ayudar al presidente español para que éste recupere la suya. Para empezar, tal vez pueda contribuir a ello que el presidente de los EEUU le ofrezca una buena instantánea a Zapatero (esta vez sin niñas de por medio), fumándose ambos un buen puro, cubano eso sí, y dejando que el presidente español pueda reposar sus pies sobre la mesa de su amable anfitrión ¿Les suena la foto?