Aprender a dejar de ser unos sinvergüenzas

Entrevista con el "gurú de Buenafuente", Leopoldo Abadía, con motivo de su visita a la capital albaceteña para hablar "con claridad, siempre", sobre la crisis

Abadía, en las escaleras del Museo Municipal de Albacete

Conoce a Risto Mejide, el presentador "gruñón" de la pequeña pantalla, que promete dar estopa desde su televisivo G-20, y a veces hasta lo consigue. Son amigos, y se caen bien. No les faltan lazos comunes: ambos tratan de hacer llegar verdades como puños; sus verdades, quizá, pero son verdades en boca de todos y que nadie quiere oír. Y por si fuera poco, a ambos vino a visitarles la celebridad cuando nadie la esperaba en su casa. A uno, con (o contra) los triunfitos. Al otro cuando tenía más que ganado a pulso su tranquilo retiro en San Quirico, Barcelona. Es con este último con quien hablamos, con motivo de su visita a Albacete: Leopoldo Abadía.

El ex profesor de Política de Empresa y doctor ingeniero industrial pronunció ayer en el Salón de Actos del Museo Municipal la conferencia La importancia de hablar claro en la crisis... siempre, dentro del ciclo de conferencias Universidad Abierta de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), y que es, precisamente, lo que su nombre indica: un ejemplo de apertura al mundo. Vicente Molina Foix, Luis Eduardo Aute y Leopoldo Abadía, han pasado por esta iniciativa.

"El típico chantaje de los ricos"
Su libro La crisis ninja y otros misterios se ha convertido en un éxito de ventas, después de que circulara por Internet a toda velocidad lo que para él no fue, en un principio, más que un recorte de periódicos para tratar de entender qué estaba pasando, de verdad, con la economía. De hecho, su e-mail dirigido a su círculo más íntimo, rebotó y rebotó por el ciberespacio; y fue ese éxito, ejemplo de ciudadano montado a lomos de la globalización, lo que le decidió a escribir su libro, montar su propio blog en Internet, y recibir la friolera de tres millones de visitas. Después de todo, él sigue convencido de que lo importante en esta crisis no es la economía, sino la decencia. Los valores.

"El típico chantaje de los ricos: o pagamos menos o nos vamos a otro sitio". La frase es del arriba citado Risto Mejide, al abordar en su programa la tasa impositiva mínima, que ningún Gobierno se ha atrevido a tocar, de las Sociedades de Inversión de Capital Variable (SICAV), una herramienta financiera de los bolsillos más acomodados y cuya ventaja no es que tribute menos (de hecho lo hace al 18%), sino que permite diferir el pago de impuestos. "Sí, sí, sí, sí", responde hasta cuatro veces Abadía, al otro lado del teléfono, a bordo del Alvia 01146 que realiza el recorrido Madrid-Albacete. Y se ratifica: "sí, sí, sí, es un chantaje".

Acto seguido matiza que le parece "muy bien que Risto diga esto", entre otras razones porque, ya se ha dicho, son amigos. "Pero si yo te digo que compras una casa aquí y pagas "x", y la compras al otro lado de la frontera, en Hendaya, y pagas tanto menos, ¿dónde la compras?". En Hendaya, confirma el entrevistador entrevistado. "Pues eres un rico chantajista –replica–. Queda muy bonito decir lo del chantaje de los ricos, pero todos los que son pequeños accionistas, y todos en general, procuramos poner el dinero donde se pagan menos impuestos. Mientras sea legal, no hay nada que decir. Cosa distinta es sacar el dinero en una maleta hacia otro sitio".

"Ahora hay mucho mercadeo"
Bueno, pero vamos al grano. Abadía viene a dejarse caer por Albacete. La capital más poblada de una región que ha sido (bochornoso) escenario de la única intervención sufrida por una caja de ahorros por parte del Banco de España: Caja Castilla-La Mancha (CCM). Entidad sobre la que ahora revolotean rumores de fusión con vascos o con malayos (es un decir, nadie vea tramas siniestras), en los que la clase política sigue ejerciendo papel protagonista, aunque una y otra vez se les objeta su actitud, y se recomienda que los políticos, a la política, y los economistas, a la economía. Es como si alguien no entendiera el mensaje de esta crisis: la claridad, siempre.

"Así como los empresarios están trabajando todo lo que pueden para salir de la crisis, las entidades financieras no. El otro día veía que un alto ejecutivo de una entidad financiera dijo 'no vamos a reactivar, vamos a acompañar a la economía'. Ya. Pero si no acompañamos suministrando la materia básica, que es el dinero, no resolveremos nada. En cuanto a la CCM, es una caja que estaba en mal estado, pero ahora hay un mercadeo con ello. Decían que la BBK podía estar interesada y que en agradecimiento el PNV votaría los Presupuestos", responde Abadía.

Ya que hablamos de empresas, se recuerda al profesor (¿es necesario el "ex"?) y hoy escritor y conferenciante que el presidente de la patronal castellano-manchega (CECAM), Ángel Nicolás, afirmó la semana pasada que la salida a la crisis pasa por "trabajar más y ganar menos". "La salida a esta crisis –repone Abadía–, es que las empresas funcionen. Si funcionan se crean más puestos de trabajo o se recuperan los perdidos. Lo que sí es verdad es que en un momento apurado como es este, las empresas tienen que hacer un esfuerzo, que tendrá que ser a veces en reducción de margen bruto, a veces de gastos generales... pero si las empresas funcionan al final se creará empleo".

"Al final son cosas de cambalache"
Así que la salida que encontró Nicolás para unas palabras que se le han echado en cara una y otra vez, decir que los primeros en aplicarse la receta serán los empresarios, van a ser ciertas. "A mí me gustaría que todas ganasen mucho dinero. Porque cuanto más mejor para todos. Si se reparte entre tres accionistas propietarios, entonces no, pero sí si se reparten beneficios. Hay que manejar bien la situación y manejar bien es que si gano 100 no me tengo que llevar a casa los 100, sino 10, y ver qué hago con los otros 90", remata Abadía.

Está claro que la avaricia rompe el saco. Por eso extraña tanto que en plena crisis el número 2 del BBVA, José Ignacio Goirigolzarri, se marche a casa con el 80% de su sueldo base (4,28 millones de euros en 2008), hasta que cumpla los 65. Y entonces, de postre, 52,49 millones de jubilización. Aunque no se le ve, se nota que este catalán de adopción (zaragozano de nacimiento) se remueve en su asiento de la Renfe. "Al final estas cosas son muy de cambalache", afirma el experto de la crisis ninja, "este señor no se entiende con su jefe, y al final eso es un pues majo, ¿cuánto quieres?".

De acuerdo, pero así visto, y simplificando muy mucho los planteamientos de su libro, cabe pensar que un porcentaje mínimo de ciudadanos del mundo se ha repartido y anticipado la riqueza global de, quién sabe, los próximos cinco, diez o veinte años. Abadía vuelve a arrellanarse, toma carrerilla, calcula bien las palabras y planta su apisonadora verbal a mitad de camino entre la capital madrileña y la manchega. Porque de este tema sí sabe: no es economía, es decencia. Valores.

"No sé contestarle si sí o si no. Pero sí le puedo contestar que ha habido mucho sinvergüenza, y el sinvergüenza hace sinvergonzadas. En este caso la sinvergonzada ha sido inventar unos productos financieros extrañísimos, que no entendía nadie, pero nadie, ¿eh?, nadie de verdad, ni siquiera las autoridades financieras. Se han ido vendiendo con unos bonus fenomenales. Y ese dinero se lo ha llevado una parte, que no sé si es mínima o no. A muchos los han echado, pero el dinero se lo han llevado. Va por ahí, pero ya no sé si es una mínima parte. Ha habido mucho sinvergüenza que ha engañado y que ha estafado".

Trabajar mucho, mucho, mucho
En una de sus apariciones en el programa de Andreu Buenafuente, el presentador bromeó con él acerca de lo "beneficiosa" que le está resultando la crisis. Puede, pero el mayor beneficio que saca es no tener que disfrazar los datos. No tener que ser cómplice de la sinvergonzonería. Por eso tampoco se arruga cuando se le cita a uno de los mayores gurús de Internet y de la economía, el director general de Cink, Marc Vidal, otra de esas voces hipercríticas que considera que, más que brotes verdes, todavía estamos empezando a atisbar el precipicio económico al que estamos abocados.

"Creo que no podemos empezar a pensar que nos hemos hundido y ahora saldremos –analiza Abadía–. Ahora, trabajando mucho, mucho, mucho, durante mucho, mucho, mucho tiempo, iremos hacia una curva que apuntará hacia arriba". Pero hay que sudárselo. Trabajar más y ganar menos, como postula Nicolás. Pero todos, no los de siempre. Los pringaos. Los que pagan el pato, la muñeca rota de los brokers, los adalides de la incompetencia vestida de especulación y dinero rápido y fácil. Este último apunte es de Confidencialba, no de Abadía.

Ha pasado un cuarto de hora, y la entrevista toca a su fin. Además, la cobertura móvil, por muchos minutos que regalen las operadoras y muchas promesas de más por menos (la codicia, la crisis, la codicia), empieza a jugar sus malas pasadas. Las voces se entrecortan y el impedimento técnico trae, como único beneficio, que el cortés ustedeo mantenido hasta el momento queda confiscado por la urgencia de escucharse: "Me oyes, escucha, te pierdo, ¡ahora, dime!". Y es un placer tutear a don Leopoldo. Pero esa es otra historia y, como decía Michael Ende, habrá de ser contada en otra ocasión. La cita es de La historia interminable. Relacione el lector como quiera el título y las crisis económicas. Y la avaricia. Y los valores.