Los conejos talibanes

Una misma noticia con distinto titular puede ofrecer una visión menos cruda de la realidad. La noticia de los 13 talibanes abatidos por fuerzas españolas esta semana en  Afganistán es un ejemplo de ello.

Tropas españolas desplegadas en Afganistán.

Mi padre, como buen jubilado, pasa gran parte de su tiempo en un huerto cultivando todo tipo de verduras y legumbres, afición a la que ya dedicaba sus horas libres cuando todavía estaba en activo. Siempre he admirado por ello la fortaleza de mi padre, que a día de hoy, y espero que por muchos años, sigue conservando, porque es necesaria tenerla para que después de pasarse ocho horas subido a un andamio, queden músculos, pero sobre todo ganas, para seguir trabajando aunque sea como hobby.

Volviendo al huerto, lo cierto es que en realidad podríamos considerarlo más bien una granja, puesto que gallinas y conejos nunca han faltado, ni tampoco gatos con los que a veces mi padre se sentaba plácidamente a descansar, mientras contemplaba su particular reino.

A pesar de que como el lector puede adivinar, gallinas y conejos, en especial estos últimos, tenían su destino final marcado por un cuchillo afilado, no era algo esto con lo que mi padre disfrutara en absoluto, pero que asumía y por ello realizaba no sin dolor, pero sí con la decisión y meticulosidad precisa para ocasionarles el menor sufrimiento posible a los animales. Recuerdo así las veces que llegaba a casa visiblemente disgustado cuando un zorro, visitante inesperado pero siempre presente en el campo, se procuraba un festín a costa de las gallinas y conejos de mi padre.

Fueron varias las veces en que a razón de estas visitas del zorro, mi padre nos contaba que se había encontrado muertos a varios conejos sin ningún tipo de signo de violencia aparente en ellos. Parecía y así lo explicaba él, como si los animales, los más delicados y sensibles que pueda haber en una granja, se hubieran muerto literalmente de miedo al ver a su feroz agresor.

Esta semana he vuelto a recordar aquellas historias al leer el titular con el que un periódico se refería a la muerte de trece talibanes en Afganistán, como consecuencia de los enfrentamientos mantenidos frente a tropas españolas desplegadas en territorio afgano, y a las que los insurgentes habían tendido una emboscada. Durante más de seis horas que duró la refriega, los soldados españoles, un centenar aproximadamente, hubieron de emplearse a fondo viéndose en la necesidad ante lo delicada y comprometida de la situación de solicitar ayuda área a la ISAF, quien respondió a la petición enviando helicópteros, concretamente del ejército italiano, logrando así que los talibanes se dieran a la fuga, no sin dejar tras de sí los trece muertos anteriormente mencionados.

El titular del periódico en cuestión decía “mueren 13 talibanes en un combate con tropas españolas en Afganistán”. Sin discutir su mayor o menor exactitud, sí que resulta curioso el distinto matiz en el enunciado de la noticia si lo comparamos con el de otros periódicos que abrían sus portadas con un quizás más directo “tropas españolas matan 13 talibanes en un combate en Afganistán”. Se trata ciertamente de un cambio de matiz muy pequeño, pero quién sabe si con el primero, alguien de corazón sumamente bondadoso, podría aventurarse a pensar que los talibanes se habrían muerto solos, tal vez presa del pánico al ver aproximarse los helicópteros italianos, lo mismo que los conejos de mi padre cuando veían llegar al zorro.

Dios me libre de poner en discusión la parcialidad o la afinidad que ciertos medios en ocasiones puedan tener por un gobierno o por su correspondiente oposición. Puedo entender el partidismo o los favoritismos por citar un ejemplo, cuando hablamos de prensa deportiva, pero en cuestiones tan graves como las aquí referidas, la prensa, el periodista, cuando está informando, no puede andarse con medias tintas.

No hay nada honroso en acabar con la vida de otro ser humano, lo cual, para nada entra en contraposición con el derecho a la legítima defensa propia y la de aquellos frente a los que se ha adquirido el compromiso y el deber de protegerles aun poniendo en riesgo la vida si fuera menester.

En Afganistán se está librando una guerra, con sus seis letras, ni una más ni una menos. Y en toda guerra cuando se enfrentan los contendientes hay muertos. Lo que ya no puedo asegurar, pues desconozco, es si por aquellas tierras y en concreto en los territorios asediados por los talibanes, abundan los conejos. Podría ser.