¿Pagan sanos por griposos?

José Luis Rodríguez Zapatero ha explicado desde Suecia que la Gripe A y la necesidad de financiar políticas sociales en estos momentos, hacen necesaria y justificable una revisión en los impuestos.

El presidente del Gobierno intenta aclarar si finalmente habrá o no subida de impuestos.

Paquete de kleenex comprado a vendedor ambulante: 1 euro. Tamiflú diez cápsulas: 35 euros. Que tu presidente recurra a la Gripe A para justificar una mayor presión fiscal no tiene precio. Así leído suena a chiste, y ojalá lo fuera, pero ha sido una de las razones con las que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, desde Estocolmo en plena visita al primer ministro de Suecia y presidente de turno de la UE, Fredrik Reinfeldt, ha tratado de argumentar la necesidad de la próxima subida de impuestos que se nos viene encima. Por supuesto, como siempre ocurre en estos casos, también puso encima de la mesa como razón para tan impopular medida, la necesidad de financiar políticas de cohesión social en un momento muy difícil como el que atravesamos a causa de la dichosa crisis económica.

Zapatero, en su comparecencia ante los medios, trató de poner luz en un asunto que ha cobrado tintes de comedia dramática, desde que la pasada semana el ministro de Fomento, y no la ministra de Economía, lanzara lo que algunos han calificado como el enésimo "globo sonda", al anunciar una subida del IRPF para las rentas más altas. Concretamente y para entendernos mejor, José Blanco planteaba subir los impuestos a todos aquellos que cobrasen más de 50.000 euros, que por lo que se entendió de sus explicaciones, es la cifra que según el ministro socialista, distingue a las clases medias y bajas de las altas, es decir, de los ricos.

El propio ministerio de Fomento salió casi de inmediato a aclarar que las afirmaciones de su rico (según su propio criterio) ministro habían sido realizadas con anterioridad al Consejo de Ministros, por lo que dichas afirmaciones estaban “descontextualizadas”.

Por si no eran pocas las dudas que asaltaban a la mayoría de los ciudadanos con estos anuncios y contra anuncios por parte del Gobierno, y que por momentos más bien parecían alcanzar la condición de dimes y diretes, el propio presidente dio a conocer que la subida de impuestos que preparaba su Gobierno sería “limitada y temporal", como si estos términos en sí dijeran algo que no resulta más que obvio, pues no conozco aún una subida (tampoco una bajada) de impuestos que sea ilimitada y atemporal.

Quizás Zapatero no ha visto durante este fin de semana a la gente muy convencida de sus palabras y por ese motivo se decidió ayer a dar esa explicación que sin duda, hará que las personas de buen corazón y alma sensible, paguen sus impuestos con mayor alegría. ¡Con cuánta satisfacción asumiré la subida de impuestos sabiendo que con ello se curarán todos los griposos de este país! Soy consciente de que la Gripe A no es un tema para andarse con bromas. Pero precisamente por eso el primero que no debería jugar con temas tan delicados es el Gobierno para tratar con ello de camuflar lo que no es sino un rotundo fracaso a nivel económico.

Decir además que no se subirá el IRPF cuando por otra parte se está anunciando la supresión de los famosos 400 euros otorgados el pasado año en razón a una promesa electoral que se suponía para toda la legislatura, es un engaño en toda regla. Hablar por otra parte de gravar las rentas de capital, y a falta de conocer todos los detalles, supone el que se meta mano en los ahorros de unos ciudadanos, que ya han visto sus ingresos suficientemente disminuidos por el IRPF aplicado en cada caso, sin necesidad de que de nuevo se les grave por unos ahorros conseguidos seguramente con no poco esfuerzo. Porque no debería olvidarse que aunque el término rentas de capital pueda sonar a que afectará sólo a los ricos (desconozco si como tales a día de hoy seguimos entendiendo aquellos que ganan más 50.000 euros), lo hará sobrecualquier persona de clase media o baja que tenga algo de dinero ahorrado.

Siempre se ha dicho que en tiempos de crisis es necesario que todos nos apretemos el cinturón. Pero nada mejor para lograrlo que llamar a las cosas por su nombre desde el primer momento, y no andar con estas justificaciones peregrinas que parecen buscar la lágrima fácil. Un gobierno serio no puede andar confundiendo de este modo a la opinión pública. Y si luego hemos de pagar justos por pecadores, o sanos por griposos, lo haremos con sumo gusto si en ello va el bienestar de este país y por ende, el de todos nosotros.