Canciones que marcaron una película

El mundo del cine nos ha obsequiado en innumerables ocasiones con legendarias melodías, incrustadas profundamente en la memoria colectiva como si de una especie de disparo sónico se tratase. Sin embargo, en muchos casos, dentro de las propias películas hay canciones que al ser interpretadas por los propios actores llegan a convertirse en piezas de culto que ayudan a rematar el film, o incluso a ser lo único salvable de la cinta. Un ejemplo podría ser el tema que canta el futuro galardonado en el Festival de Sitges con el premio honorífico por su trayectoria, Malcolm McDowell, en la mítica película de Kubrick La Naranja Mecánica.

Malcolm McDowell (Álex)

Pues sí, me refiero a la escena de la película en la que el bueno de Álex (Malcolm McDowell) y sus secuaces ponen tierno al dueño de la casa en la que se cuelan, para acto seguido abusar de su señora mientras canta a capella I´m singing in the rain, convertido en una especie de Gene Kelly psicópata. La música juega un papel importantísimo en la película, con temas de Bethoveen, al que Álex mitifica. Pero es I´m singing in the rain el que más se me quedó incrustado en el alma, quizá por ir acompañado de acciones de ultra-violencia y desprecio absoluto de cualquier norma que hacen que uno retenga la escena como un impactante y terrible flash. Hasta los grandísimos Nikis le dedicaron una coplilla a Álex, La Naranja no es mecánica, seguramente impresionados también por las hazañas del angelito.

 I singing in the rain (fragmento) La Naranja Mecánica

Pero no todas los temas cantados por los actores nos hacen recordar malos momentos. Hay grandes clásicos como en Río Bravo (1959) de Howard Hawks. El reparto de lujo, con John Wayne clavándolo de sheriff, Dean Martin ejerciendo su famoso rol de borrachín, un joven Ricky Nelson en plan chulín guaperas y Walter Brenann haciendo otra vez de viejo, como un Paco Martínez Soria de Kentucky, y bordándolo, como siempre. Durante uno de los tiempos muertos en su defensa del fuerte comansi, el viejo Dino, tumbado sobre un catre, le da por cantar una entrañable canción, My rifle, my pony and me, con Walter Brennan a la armónica y Ricky Nelson tirando de guitarra y cantando una parte, sin llegar ni por un instante a hacerle sombra al gran Dean Martin. Y todo ocurre ante la mirada del Duque, que con la que estaba cayendo fuera, seguramente pensaría Están locos estos romanos.

 My rifle, my pony and me

Una que canta peor que un cuervo resfriao es la hermosa Cameron Díaz, adicta al karaoque según ella, con quien parece que Dios gastó sus balas cebándose con su belleza y una sonrisa de oreja a oreja capaz de alegrar a cualquiera, pero obsequiando en contrapartida a la moza con una nula capacidad canora. Lo mismo que decir de Rupert Evertt, que es el que más canta, o Susan Sullivan, mítica esposa de Chase Gioberti en Falcon Crest. Así lo demostraron en la divertidísima escena de La boda de mi mejor amigo, cuando cantan, junto con el resto de compañeros de mesa, el tema I say a little prayer for you. Por esta vez se lo perdonaremos.

 I say a little prayer for you (versión orginal)

Otra canción que pasará a la historia es la hermosa Moon River, de la película Desayuno con diamantes, cantada por la frágil y elegante Audrey Hepburn. Pese a que la escena quedó convincente, alegrándole las pajaritas al rubiales de George Peppard pre Equipo A, los productores decidieron que mejor la quitaban. Craso error. Sobre todo cuando se enteró la protagonista, que les dijo que ni de coña, lo que traducido a su idioma fue Over my body, por encima de mí. Menos mal que le hicieron caso. Lo curioso es que la versión de Audrey no salía en la banda sonora oficial, siendo editada bastantes años después.

 Moon River

Como último caso de los que me vienen a la memoria, y ya en terreno patrio, hablaría de un caso atípico en las series de televisión. Me refiero la actuación del cantante Gonzalo en la serie Verano Azul, en el episodio titulado El Ídolo, donde interpreta dos canciones legendarias enfundado en el rol del ajulandranado cantante Bruno. El tiempo las ha convertido en un icono bizarro a la par que hortera, pero hay que reconocer que su melodía aún rebota de vez en cuando en las paredes óseas de nuestro cráneo tras cada reposición anual del episodio en cualquiera de eso múltiples canales absurdos que nadie sabe como pueden sostenerse.

 Soy como tú. No tiene desperdicio...