Se rifa un Le Pen

Atención sres. dirigentes, que por aquí es por donde les puede llegar la jubilación anticipada. Pedro y Antonio, 20 años cada uno, instalador de aire acondicionado el primero, 10 meses en el paro y sin prestación; albañil el segundo, y cuatro meses en el paro. Caso número 13 de la sección Sra. Crisis, de Confidencialba.

Pedro y Antonio, en la calle del Cid en Albacete, frente a las oficinas de empleo

Si en España no surge un Le Pen será gracias a lo meapilas que somos quienes vivimos en este crisol de culturas sin identidad homogénea –ni siquiera la roja de la Eurocopa une a todos por igual–. Algo bueno tiene que tener la mentalidad servil, cazurra y conservadora de la que se abusa en este país: igual le ponemos un bozal a los batasunos que nos ciscamos antes de consentir la existencia de un Le Pen. Dos formas de populismo, dos formas de fascismo. Y en el medio, ni decididamente socialistas, ni convencidos del liberalismo, muere el españolito medio, currante, brutico él, acostumbrado a ir tirando.

Por lo demás, el campo está abonado para que alguien tome la batuta de un Frente Nacional, con más tiento que los falangistas y demás grupúsculos cuyos vídeos electorales son ya lo único interesante de las campañas: Pepe, ven, corre, que te lo pierdes, mira qué graciosos, estos son los de la Auténtica. Verbigracia: Antonio y Pedro, dos chavales de 20 años, todavía con la mirada niña, pero maleados por la vida. Pedro, más que Antonio, tiene claro clarinete de quién es la culpa de toda esta crisis: “para mí, un poquito, Zapatero y los inmigrantes, porque hay muchos ocupando trabajos de los españoles”.

Por la calle de en medio
Ahí. Con un par. Es decir, la ONU se ha hinchado a advertir en los últimos años que, o abrimos las compuertas, o a ver cómo se sostienen las economías europeas con un ciudadano en edad activa por cada uno que esté jubilado o en edad escolar. Y no es la única. El ex secretario de Estado de Comercio de Bill Clinton, Robert J. Shapiro, también lo hace en 2020: un nuevo paradigma; un tipo nada susceptible de ser un revolucionario o un bambi-zapatero. Pero nuestra clase política es tan zafia, prescindible y ramplona, que no ha sabido, no ha podido o no ha querido explicar esto a su ciudadanía.

Así que las generaciones más jóvenes, que bastante tienen con ir tirando con el escamoteo en forma de contrato temporal y otras precariedades sin más ton ni son que hincharse los bolsillos –unos, los menos–, tiran por la calle de en medio. Si aquel pide menos que yo y le ponen en mi puesto, la culpa es suya, no del que le pone ahí. Faltaría más. “He visto empresas que están llenas de inmigrantes y eso antes no pasaba”, añade Pedro.

No se puede decir que no sepan distinguir. Ignorantes no son. Tienen Internet, tienen tecnología y tienen futuro. Es decir, tienen más oportunidades que cualquier otra generación. Y saben de lo que hablan, porque el mismo Pedro que carga contra los de fuera, también pone en un brete a los fuertes. “La culpa también es de los bancos. Los bancos han dejado de dar préstamos y la gente ya no puede comprar pisos, ya no puede construir”.

Así que actúan según les han mostrado, u ocultado, las caras de una misma verdad. Tienen el recelo aprendido, y hay que exhortarles a que se acerquen a la grabadora, que no es un banco ni un inmigrante, y no se come a nadie. Antonio gasta una parquedad de palabras antológica. Y tiene claro cuál es su lugar. “La solución es cosa de ellos, nosotros no podemos hacer nada, no somos nadie”. ¿Quién es ellos, quién es nosotros? ¿A qué huelen las nubes? Tan boba es una pregunta como la otra.

Generación de tecnócratas
Antonio llevaba 4 años trabajando como albañil, hasta que hace 4 meses se quedó en la calle. Pedro lleva ya 10 meses tratando de buscar algo en lo que emplearse, después de 3 años como instalador de aire acondicionado. Que alguien le hable a esta juventud de independizarse: Pedro se ha comido ya todas sus prestaciones por desempleo, y el mismo día que atiende a esta charla ha ido a pedir algún subsidio y casi no le dan ni los buenos días. Si no tienes hijos olvídate, chaval. Nones. Niet. Nein.

Quizá la nueva propuesta de Zapatero, esos 420 euros para quienes hayan consumido todas sus prestaciones y sigan en paro, sirvan de algo. Quizá entonces Zapatero deje de tener algo de culpa. O no. Porque estos chavales no crecieron contra una dictadura, sino amamantados por una generación de tecnócratas, al frente no ya de Gobiernos, sino de instituciones de todo pelaje, con más mentiras que valores, con más intereses que interés por hacer algo. Así que juzgan a todos por igual y, como es lógico, al que está arriba más que a ninguno.

Sus contratos han sido los primeros y únicos que han disfrutado. Largos, sí. Pero saben como ninguno que son excepciones. Y que lo han sido gracias a su juventud, porque en su entorno laboral los contratos menguan y menguan hasta el límite de la mínima expresión. Antonio recuerda que se dio cuenta del panorama cuando le pusieron el finiquito encima de la mesa. “Te pones a buscar trabajo y ves que no se encuentra nada”. Antonio percibe 400 euros de desempleo, “buscando trabajo como un loco”, pero después de tres meses “no se encuentra nada”. La nada. El vacío. El desierto.

Que no les tomen el pelo
Y el desierto es propicio para los Le Pen de turno que quieran hacer fortuna. “Mi idea sería, sin discriminar a nadie, que el que haga mal en España, de los inmigrantes, que los devuelvan a su país. Porque si vienen, vienen a trabajar, pero a trabajar; los que vienen a hacer el mal, que los echaran y habría más gente española trabajando”. Jean Marie, ¿escuchas lo que dicen los nuestros de aquí? Que nadie se equivoque. No hay racismo. Ni xenofobia. Hay ración doble de instinto de supervivencia. Los enemigos son todos.

Por tanto, vale todo. Menos que les tomen el pelo. Como que, por ejemplo, les propongan trabajar menos a cambio de ingresos también menores. Pedro: “conforme está la vida si cobras menos te mueres de hambre". O como que alguien esté pensando en abaratar el despido, posibilidad ante la que Antonio se lleva las manos a la cabeza: “no, hombre, no”. Y Pedro detalla experiencias en primera persona: “a mí me echaron con 45 días, pero a los que fueron detrás de mí los echaron con 20; no te dan ni siquiera el finiquito… ¡¡no te dan ni siquiera los buenos días!!”.

¡¡A robar!!
Se supone que para eso están los sindicatos. Pero a lo mejor a estos dos jóvenes trabajadores es mentarles a los sindicatos y que les entre la risa floja. Para Pedro, “los sindicatos, mientras que cobren, no les importan los trabajadores, ni los empresarios”. Antonio cree que “deberían poner más facilidades para encontrar más trabajos. Si no, cuando se acabe el subsidio a ver qué haces”.

Y es en estas cuando Pedro corta a su compañero y dice, con total naturalidad, “¡pues a robar!”, y Antonio añade “a robar, a pedir, ¿a ver si no qué haces?”. Señoras y señores de la clase dirigente, título el de señoras y señores que se les otorga más por tradición que por méritos, el populismo no se frena con declaraciones huecas, discursos aprendidos y vestiduras rasgadas. El populismo se frena tomando decisiones radicales, es decir, de raíz. Antonio y Pedro no están equivocados: o ustedes reaccionan, o les jubilarán por vía urgente y certificada. Avisados quedan.

Ficha completa

Nombres Pedro / Antonio

Edad 20 /20 años

Profesión Instalador aire acondicionado / Albañil

Tiempo en desempleo 10 / 4 meses

Empezó a trabajar 16 / 16 años

Duración último contrato 3 años / 4 años

Contrato más largo 3 años / 4 años

Clase social “Vamos tirando”

Créditos últimos 10 años Sí, 24.000 euros / No

Último despido Reducción de plantilla / Fin de obra y servicio

Cargas familiares No / No