Yo presto mi cuerpo, tú pagas

Su ficha: José Vicente, 27 años, dispuesto "a lo que salga" y seis mese en paro. Undécima entrega de la serie Sra. Crisis, míreme a los ojos, de Confidencialba.

José Vicente a la entrada de las oficinas del Servicio Público de Empleo de Castilla-La Mancha en Albacete

Los peones de esta España una, grande y constructora, lo tienen claro: los años de esplendor del ponerse pijoteros han pasado. A ver quién tiene ahora valor para decir que no. Albañil, 12 días seguidos, 75 euros la jornada: sí. Instalador, 15 días, 60 euros la jornada: sí. Operador de grúa, 8 días, 45 euros la jornada: también. Sí a todo. Sí casi a ciegas. Si en vez de contratos se firmaran matrimonios, las iglesias y los ayuntamientos hace meses que habrían dejado de firmar bodas por amor: todos los novios lo serían por temor a la soledad, no por querer compartir su vida.

A lo mejor es que el trabajo no se hace por amor. A lo mejor es que no hay que estar casado con el trabajo, por más que así se pregonara desde la mercadotecnia empresarial en los años del dinero, cuando se podía engañar con aquello de “tú no eres un trabajador más, formas parte de una visión de negocio”. Tócate las partes: 4 millones de parados, y ya veremos en septiembre. Toma ya visión de negocio.

A lo mejor es que, sencillamente, puestos a espabilarse, no hay que pensarlo dos veces a la hora de poner los cuernos. “Lo que se ponga a tiro”, afirma José Vicente, instalador de pladur en su último trabajo, pero capaz de echarse al hombro cualquier tarea que se le proponga. Capaz, y necesitado. Parece mentira, pero con 27 años, y después de 12 en el tajo, sus padres han tenido que volver a echarle una mano. Y eso que no ha contratado hipoteca ni crédito en los últimos 10 años: vive de alquiler, y si nos ponemos tontos de aquí a nada también de prestado.

La realidad puta
España iba bien, sí, pero… ¿para todo el mundo? ¿Las viviendas subían porque todo el mundo las compraba? Si había trampas cuando iba bien –España, decimos–, cómo será ahora que no va bien. La tonadilla “donde caben dos caben tres” no es sólo un anuncio de televisión. Es, además, y si permite el lector el exabrupto, la puta realidad. O la realidad puta: la de acostarse con el primero que proponga un sueldo, y sin besos en los labios, ni enamoramientos, ni poemas laborales, ni nada que se le parezca. Yo te presto mi cuerpo, tú pagas, y adiós muy buenas. Y con preservativo, o no hay chucuchú del tren. ¿Vale, mi amol?

Como faltan clientes, no se puede elegir: hay que acostarse con el que sea, por más que le huela el aliento y te trate como una rastrera. ¿De quién es la culpa? “No lo sé, será el Gobierno o algunos de esos que están por ahí arriba y que no hacen nada, ¿no? No sé decirte, pero se lo achacamos a Zapatero”. Pues eso. Que no está el patio para andarse con menudencias.

Alguien tiene que tener la culpa de tanta sorpresa económica y tan desagradable. Y quién si no quienes están al mando, en Madrid o en Albacete. “Hace dos o tres meses que me apunté en el Ayuntamiento –Servicio de Empleo–, me iban a llamar el mes pasado, y todavía no me han llamado. Dicen que andan escasos de dinero, pero yo creo que tienen poca crisis encima. Los concejales... poca, poca”.

Amancebarse con miserables
José Vicente no se esperaba semejante estropicio. “Desde que tengo uso de razón esto no ha estado así nunca. En una cosa o en otra siempre has estado trabajando, y ahora nada, ni una cosa ni otra”. Por más que se mueve, “todos los días de arriba abajo, empresas de trabajo temporal y cosas de esas”, nada, que no hay manera de hacerse hueco. “No llegan ofertas, ni siquiera miserables”. Y se recuerda que José Vicente es uno de tantos millones de españoles e inmigrantes dispuestos a amancebarse, aunque sea con miserables. Pero nada.

Dispuesto está, incluso, a comerse el caramelo del reparto del mercado laboral: trabajar menos, cobrar menos. “Sí, mientras que se cobre algo, lo que sea”. El que no se come es el de la flexibilización laboral y su traducción simultánea, abaratamiento del despido. “Un trabajador que ha estado trabajando su tiempo, le pertenece su finiquito, ¿por qué se le tiene que abaratar? En función de lo que ha trabajado es lo que le tienen que dar cuando se vaya”.

La patronal no será santa de su devoción. Pero los sindicatos no lo son más. Cree que hacen “poco o nada” por las y los trabajadores. “Para mí –concluye– son todos iguales, no se preocupan por lo que es la gente. Miran más por ellos mismos que por nadie, por salvarse ellos primero, y los que vengan detrás que corran”. Y que se pongan a tiro, que será esa la única herencia que les quede.

Mmmmmm. Así, suavesito mi amol, déjame todo lo tuyo acá adentro. Ay qué weno, papi, óyeme.

Ficha completa

Nombre José Vicente
Edad 27 años
Profesión Lo que salga
Tiempo en desempleo 6 meses
Empezó a trabajar 15 años
Duración último contrato 4 meses
Contrato más largo Casi 5 años
Clase social Media, como mucho
Créditos últimos 10 años No
Último despido Fin de obra y servicio
Cargas familiares Un hijo