Silencio, se vive

¿Qué nivel sonoro motiva suficientemente a un profesional de la sanidad? El activista anónimo que decidió colgar estos carteles no pidió a la gente que hablara bajo. No. Cuando solicita que se hable "más bajo" está expresando un nivel de hastío semejante al que se experimenta al verse en una "incierta excursión al paro" (para los solteros) o en un episodio de "divorcio y ahí te quedas" para los casados. El final de la esperanza. El principio de la desesperación.

Más bajo, gracias.

Decididamente, los sanitarios que han encargado este cartel tienen sobradas razones para desesperarse. Soportamos un elevado nivel de ruido durante la mayor parte del día. Con un poco de mala suerte, también podemos pasar la noche muertos de ruido y de calor. Ojalá que no sea el caso de mis queridos anónimos lectores. Pero es que ni los hospitales se libran.

¿Qué extraño placer experimenta ese imbécil que pasa a las tres de la mañana con la radio de su coche tuneao escupiendo "dum, dum, dum" a todo volumen? ¿Es tan descerebrado que no puede entender que está jorobando la vida a cientos de personas?

¿Qué nivel de improvisación es necesario para construir una avenida de circunvalación a dos metros de las casas? ¿Qué nivel de corrupción urbanística se precisa para construir casas a dos metros de una circunvalación? ¿Qué nivel de estupidez hay que alcanzar para comprarlas, una vez levantadas a la vera del ruido insoportable?

La ruidosa España no se resigna a cambiar de modelo, por más que el mundo grite que no podemos seguir alicatando el campo hasta el techo. Por suerte o por desgracia, la crisis pondrá en su lugar a los señores del ladrillo, a los noctámbulos empedernidos y a los políticos que están para lucrarse o no están. Por poner unos ejemplos al azar.