La manipulación y la ruina

Las recomendaciones de un gurú del Periodismo 3.0, Juan Varela, aplicadas a la óptica de la prensa de provincias y regional.

"El abuso de unos políticos que se creen irresponsables ante la ciudadanía y que controlan el poder con el puño de una burocracia a la que no le asustan ni los votos –cautivos–, ni los jueces –obedientes–, ni los medios –politizados y timoratos– es cada vez mayor". La cita es del periodista y consultor de medios Juan Varela, reconocido editor del blog Periodistas21 y con un amplio historial a sus espaldas. Su artículo Compromiso contra la manipulación, publicado ayer, y que concluye con seis recomendaciones para los directores de medios de comunicación, es válido tanto para la prensa de Madrid como –si no más– para la editada en provincias como Albacete.

Varela pone el dedo sobre "los gabinetes de prensa, las ruedas de prensa sin preguntas, las comunicaciones institucionales, los vídeos de partidos e instituciones, las inauguraciones, actos y mil oportunidades de propaganda que los ciudadanos pagan cada día con su dinero y su tiempo", y recuerda las peticiones ya reiteradas de instituciones como el Colegio de Periodistas de Cataluña y la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), cuyo presidente, Fernando González Urbaneja, hace dos meses ya habló de las "mafias" que en lugares como Albacete obligan al exilio a algunos profesionales de la comunicación.

"Callar también es informar. Filtrar la propaganda de la información es la decisión más importante. ¿Por qué publicar todo lo que los políticos quieren si no aporta valor para los ciudadanos y el debate público? ¿Por qué se distingue tan mal la propaganda de la información en los medios de comunicación?", plantea en su artículo el editor de Periodistas21. Parte de la responsabilidad ha de ser buscada en el propio sector. En los directores de medios que "se preocupan tanto de que las declaraciones de los políticos se extiendan lo suficiente en sus páginas e informativos y tan poco de avisar al público del fraude, de las negativas a las preguntas, de respaldar a sus periodistas ante la manipulación de la burocracia política y comunicativa".

Las llamadas y la publicidad

Varela apunta varios riesgos para los medios que decidan cambiar su óptica, y es aquí donde más se pueden vislumbrar algunos de los males que aquejan a la prensa castellano-manchega y a la albaceteña. "Sé que temen el vacío, que otros diarios de filiación contraria violen las prevenciones y den pábulo a los políticos, que militantes enojados los acusen, que sus accionistas se cabreen por las llamadas del poder y que algún director general sienta temblar la publicidad institucional, tan necesaria en estos días de crisis y a la que tan mal acostumbrados están los medios". Sobre todo, los dos últimos aspectos, el de "las llamadas del poder" y el de la "publicidad institucional", son el pan nuestro de cada día en los medios de comunicación provinciales y regionales.

Como medidas posibles, Periodistas21 ofrece hasta media docena de medidas que podrían ser implantadas por los directores de medios, y en escala descendente, aplicadas por los profesionales del sector.

En primer lugar, "no informar de ningún acto ni publicar manifestaciones realizadas sin posibilidad de preguntas y acceso abierto de los periodistas a la información". Al que habría de añadirse, además, la tónica general de la ausencia de preguntas por parte de los profesionales en la mayoría de las comparecencias que se dan, al menos, en la ciudad de Albacete.

En un ejercicio tan irresponsable tanto para la audiencia como para la propia profesión, tras el consabido "si tienen alguna pregunta", muchas ruedas de prensa de carácter político concluyen en el más estrepitoso de los silencios. O hay demasiado conformismo, o nuestra clase política es tan brillante que lo deja todo siempre claro y mascado. Juzguen ustedes.

Quiénes y qué medallas

Como segunda medida, se propone "publicar siempre las condiciones en las que se realizan los actos oficiales, con qué presupuesto y quién paga y organiza, quiénes son los asistentes y con qué finalidad se celebran". Y no, como es moneda de cambio habitual, informar siguiendo la siguiente escala de prioridades: quiénes son los asistentes, qué dicen los asistentes, quiénes son los asistentes –otra vez, por si no había quedado claro–, que medallas se cuelgan los asistentes y, en quinto y último lugar, de nuevo, quiénes han sido los asistentes.

Tercera medida, "exigir la entrega de todos los documentos, estudios o pruebas a las que se aluda y ponerlas a disposición del público". La medida es relativamente reciente en el proceder habitual de la cita política por excelencia: los Plenos del Ayuntamiento, y aún así en contadas ocasiones hay que "recordar" a quien corresponde que se haga cargo de facilitar copias de las mociones a los periodistas. No hablemos ya de las Juntas de Gobierno Local, asunto en el que sin embargo hay concejales exquisitos que, previa selección de los profesionales de lengua más afilada, facilitan ya no los documentos y estudios aprobados, sino copias de cuanto figure en el expediente correspondiente y resulte beneficioso a la labor del periodista.

En general, y a medida que se sube en el escalafón del poder (Diputación Provincial, Delegación de la Junta de Comunidades, Subdelegación del Gobierno), y aunque con notables excepciones, la información se vuelve menos transparente y más volcada en el mensaje que desean colocar sus representantes públicos. Esto ha sido así desde tiempos inmemoriales. Lo que no siempre ha sido así, y sí lo es de un tiempo a esta parte, es que estas políticas informativas cuentan con el parabién de los directores y de no pocos profesionales.

Cuarta medida, "hacer constar siempre la disponibilidad de los comparecientes para aceptar preguntas" y "especificar si alguna relevante no ha sido respondida". Por supuesto no se lleva a cabo, salvo que en ello medie un interés editorial específico –en ocasiones confundido con un capricho específico del editor-propietario del medio–.

Quinta, "reducir drásticamente los entrecomillados y declaraciones de los políticos, especialmente en los titulares y entradillas". En general, aunque también con excepciones, se puede afirmar que los profesionales con mayor recorrido y mejor ejecutoria tienden a cumplir con esta recomendación, frente a los profesionales recién titulados o con menor experiencia.La crisis oficial y la específicaY sexta aunque no última –cabrían más medidas–, "informar más de qué se hace y menos de qué se dice. Sostener el seguimiento y la evolución de las promesas, proyectos y otros futuribles de los cargos públicos".

En esta última medida es necesario, además, hablar de la ya secular carencia de medios, tanto humanos como técnicos, que se enseñorea de las redacciones; y que en este 2009 se ha visto agravada por los recortes masivos de personal –en Albacete, El Pueblo y El Día se llevan la palma– amparados en la crisis económica.

La cuestión es si, como en ocasiones ha defendido este Confidencial, el incumplimiento con medidas del perfil de las propuestas por Juan Varela, así como la incidencia en items que buscan premiar la labor del político y no el interés del lector, han acabado generando una crisis del sector a la que se suma la propia incidencia del parón económico. Ya no es sólo que la economía esté maltrecha, sino que la misión profesional se ha pervertido, y que el modelo de negocio ha quedado caduco. Es la hora de devolver al ciudadano la voz que el interés editorial excluyente le ha robado. Este es el Compromiso contra la manipulación que antes o después ha de regresar a las redacciones, editen en el soporte que editen sus mensajes. Quien no protagonice el cambio, acabará arruinado.