Regina Spektor: El gorgorito que vino de Rusia

La compositora y cantante ha sacado al mercado, Far, su quinto álbum de estudio. Trece nuevas canciones que mantienen la esencia independiente y sorprendente de la mujer de los mil registros vocales

Regina... ¿Le dará al vodka?

Con sangre de lo más variado corriendo por sus venas (rusa, de origen judio y con casa en el Bronx) Regina Spektor es una de esas cantantes que se pasean por el panorama musical como si lo del éxito y las ventas no fuese importante, renovando sonidos y refrescando al que dé con ella curioseando por la red o viendo un anuncio por TV.

Este verano la voz de los mil registros ha sacado nuevo disco: Far. No sabemos si ha sido por hacer honor al título del álbum, pero lo cierto es que Regina ha tardado más tiempo del que nos tiene acostumbrados en presentar nuevas canciones. En total 13 temas (más 3 en Itunes y 2 en la edición Deluxe) en los que se repiten dos constantes: piano y juegos de voces. Lo que no implica que su nuevo trabajo tenga, sin embargo, unos arreglos cuidados hasta la extenuación. Quizá tenga que ver con que en la producción del disco ha participado, incluso, Sebastián, el cangrejo de La Sirenita: Jeff Lynne (The Travelling Wilburys), Garret Lee (R.E.M), Mike Elizondo (Dr. Dre) y claro, David Kahne (The Strokes, Paul McCartney), están en la lista de los gurús que han echado una mano a la joven artista en este disco.
                                

El disco, que se quita el saborcillo facilón que dejó su anterior trabajo, es una explosión de gorgoritos de todas formas y combinaciones, un par de da-da-da de categoría y otras onomatopeyas soltadas en el momento preciso y precioso. A un ritmo menos vertiginoso -sus melodías avanzan por caminos más complejos, más variados y menos comerciales- se quita los vicios (perniciosos) que podían recordar un poco -de soslayo y sin querer queriendo- a los machacones acordes de Yann Tiersen. A nivel emocional, la joven geniecilla juega con la lírica en dobles sentidos e imágenes marca de la Spektor. Se extraña, quizá, el alboroto de alegría que transmitía su celebrado Soviet Kitsch (2003) y la efusividad de temas como Us, aunque recupera el lustre y su buen hacer con canciones simpáticas del corte de Blue Lips, spektorianas y expectorantes como Folding chair, y más reposadas y demoledoras, Man of a thousand faces: "And I´m crying for things that i tell others to do without crying". 

Sin ser novata en el mundo de la música -ella misma grabó y autoeditó sus dos primeros trabajos- no es ni de lejos una de las artistas más conocidas de la escena americana. Será porque sus canciones se guardan como un secreto que se comparte sólo lo justo, por si a alguien se le ocurre hacerla archiconocida y quitar el encanto que cubre toda su música. Y es que, aunque para muchos es la “amiga de” (The Strokes), la chica se ha ganado a pulso la reputación de ser una de la compositoras más inquietas e independientes del momento. A ello también ayudan sus escandalosas declaraciones respecto a los intocables Radiohead (¿será verdad que hay vida más allá de Thom Yorke?) y Tom Waits, a los que, como buena underground, aseguró no haber escuchado hasta los 21 años... ¡Y porque unos amigos le grabaron unas cintas de ellos, que si no...!