¿Menores de edad?

Tras la noticia de la violación de una niña en la localidad cordobesa de Baena, cometida por  varios adolescentes, se ha vuelto a reabrir el debate sobre la necesidad o no de reformar la Ley del Menor.

La violación de la menor tuvo lugar en la piscina municipal a plena luz del día

Esta semana nos impactó por su crudeza la noticia de la violación de una menor de edad por parte de un grupo de jóvenes, seis concretamente, de los cuales únicamente uno superaba los dieciocho años.

Los hechos tuvieron lugar en Baena (Córdoba) a plena luz del día y los detalles que se han conocido son de los que a uno le hacen revolverse en lo más profundo. ¿Qué puede conducir a seis jóvenes a perpetrar un delito tan sádico como miserable? Estamos hablando de personas de entre 13 y 22 años que salvo en el caso de uno de ellos, disminuido psíquico, son perfectamente conscientes y responsables de todos y cada uno de sus actos, buenos o malos.

A la vista de lo sucedido en Baena la pregunta que vuelve a surgir es la que ya nos hemos planteado en otras ocasiones similares: ¿es necesario reformar la Ley del Menor? ¿Puede un niño de 13 años salir impune de una agresión tan brutal por no haber alcanzado todavía la edad mínima para ser imputado? ¿Merecen adolescentes no ser juzgados como adultos cuando en sus crímenes no hay rastro de compasión ni de conciencia alguna?

Tengo para mí que este tipo de noticias son las que muchas veces provocan que la Justicia sea vista en este país con cierto recelo y resquemor. El problema sin embargo, no es ya que en ocasiones los propios jueces sean en exceso rigurosos a la hora de aplicar la ley, que lo son, lo que hace sin duda que se vean favorecidos los que la infringen, sino el que la propia ley no sea más dura y punitiva para que no haya salidas ni resquicios posibles por los que escapar aquellos que no merecen otra cosa que pudrirse en una celda. Porque en delitos como el de Baena, y que me perdone si alguien se molesta, la función reeducadora y de reinserción de las cárceles o de los centros de internamiento me la trae al pairo.

Un niño que viola y veja a otro niño deja de ser un niño para convertirse en el más abominable de los adultos y como tal merece ser juzgado y castigado. Lo de menor de edad en estos casos, a parte de ser un eufemismo de pésimo gusto, no puede servir nunca de amparo para monstruos creados en una sociedad que no debería nunca dejar de preguntarse cómo es posible que algo así pueda suceder y tener cabida en ella. Porque sin caer en modo alguno en la tan socorrida como inadmisible justificación de que es la sociedad la que hace de caldo de cultivo para estas bestias, llegando incluso al absurdo de eximirles de responsabilidad sobre sus actos delictivos, tampoco habríamos de rehusar ni tener miedo a un profundo debate sobre qué tipo de valores son los que hoy en día se transmiten en la educación que se da a nuestros niños. Pero para esto ya habrá tiempo; lo que ahora urge es un cambio en la Ley del Menor. Bastante desgracia es que una vez desarrollada y puesta en funcionamiento no pudiera aplicarse con efecto retroactivo. Declaraciones como las efectuadas por el Delegado del Gobierno en Andalucía, López Garzón, no parecen así las más adecuadas en estos momentos.