El Papitour triunfa en Gijón

Miguel Bosé actuó anoche en Gijón ante miles de fans que acudieron a la cita con el Papitour. El concierto fue un rotundo éxito. Bimba Bosé y su grupo The Cabriolets, anunciados como teloneros, finalmente no estuvieron.

Miguel Bosé con su grupo de artistas se despedía así anoche del público en Gijón

A las diez de la noche, puntual como no suele ser habitual en las estrellas de la música, Miguel Bosé saltó al escenario del Palacio de los Deportes de Gijón. En principio debería haber sido su sobrina, la modelo y cantante Bimba Bosé quien rompiera el hielo con su grupo The Cabriolets, pero por motivos que se desconocen por el momento, faltó a la cita prevista. Así, como los grandes toreros en una encerrona, Miguel Bosé hizo honor a su estirpe, enfrentándose en solitario a la cita con el público gijonés, siempre exigente, pero al que consiguió cautivar desde las primeras canciones para acabar saliendo a hombros tras más de dos horas y cuarto de faena.

Si hace quince años, incluso menos, me hubieran jurado que saldría de un concierto de Miguel Bosé con el subidón con el que lo hice ayer, les habría dicho que estaban completamente locos. Es más, hubiera puesto en duda siquiera la posibilidad de que hubiera ido a verle. Tal vez la culpa la tenga mi treintena (la misma que lleva Bosé en el panorama musical) que llega a su fin y que me hace ver la vida de otro modo y disfrutar de los recuerdos con esa mezcla de nostalgia e ilusión que nos mantiene vivos. Sea lo que fuere, anoche disfruté como hacía tiempo que no lo hacía en un concierto.

Lo bueno que tiene llevar tanto tiempo en la música, con más de veinte discos publicados, es que a fuerza de tanta cantidad de canciones, a poco que se busque, podemos conseguir disponer de un repertorio de calidad para poner en escena en un concierto. Y si a eso añadimos que Miguel Bosé es un artista como pocos, el éxito de su Papitour estaba poco menos que garantizado de antemano, como así ha sido en todas las citas que hasta ahora lleva cubiertas.

Porque Miguel Bosé ante todo es un artista, un profesional que a sus 53 años sabe lo que el público espera de él pero sobre todo, sabe cómo transmitírselo sin escatimar recursos en el intento. El concierto de Gijón probablemente no fue un derroche de medios ni de puesta en escena; tampoco de sonido por la mala acústica del pabellón deportivo donde se celebraba. Pero todo ello fue suplido por unas tablas y un saber estar por parte del cantante que pocos son capaces de ofrecer.

Fue así conduciendo en volandas al público a través de un viaje temporal en el que se combinaron flashbacks que provocaron el delirio de los asistentes con éxitos actuales que acabaron por desatar la locura entre sus fans. Al final, y como no podía ser de otra forma, se cerró el show con Don Diablo. Quizás Miguel Bosé no se sienta orgulloso de esta canción, ni esté entre sus preferidas, pero sabe lo que significa para muchos de los que acuden a sus conciertos. Y él, como gran artista repito que es, no puede ni quiere fallarles.

No sé si Bosé se sintió defraudado porque se esperara ayer más gente en Gijón para verle, ya que el recinto no estaba lleno ni mucho menos. Pero si fue así no se le notó en absoluto, poniendo toda la carne en el asador, con la misma entrega o más si cabe que la que hace apenas dos semanas pusiera en Las Ventas en su dueto explosivo con la cantante australiana Kilye Minogue en el MTV Day. Estoy convencido que al final se fue con la sensación de que el público de Gijón le adora. El mérito por supuesto es suyo.