El antes y después de la dieta cretense.

En la isla de Creta, otrora famosa por su dieta saludable, numerosos estudios científicos indican un alarmante aumento de la obesidad entre la población de la isla. Parece que las fotos de "antes" y "después" de una dieta, en este caso estuvieran cambiadas.

Centro quirúrgico de tratamiento de la obesidad y señal para tienda de tallas grandes en Kania (Creta)

ANTES

La dieta cretense es reconocida tradicionalmente como el paradigma de la dieta mediterránea. La población de la isla griega se caracterizaba hasta hace algunos años por su longevidad y por una particularmente baja incidencia de las enfermedades cardiovasculares. Eran algunos de los efectos benéficos de un intenso ejercicio físico combinado con una dieta basada en el consumo de aceite de oliva, frutas, verduras, cereales y legumbres en abundancia, productos lácteos -especialmente yogur y quesos de oveja- pescado, muy poca carne -casi exclusivamente cordero y pollo- y un consumo moderado de bebidas alcohólicas.

La orografía de la isla, el trabajo en el campo y el pastoreo imponen largos trayectos a pie y duras jornadas de trabajo. Como recuerdo de este tiempo, hoy todavía podemos pasear por los campos y ver los aloni, círculos enlosados de piedra, hoy en desuso, donde antaño se trillaba el cereal.

La dieta cretense era simplemente una dieta de gente humilde que llevaba una vida de intenso  trabajo físico en el campo, donde la carne y el alcohol se reservaban para las ocasiones, mientras que el resto de productos eran mucho más accesibles y por tanto ampliamente consumidos.

DESPUES

Hoy la realidad es bien distinta. La conjunción de sedentarismo, aumento exponencial del consumo de carne -carnes rojas en particular- azúcar y grasas difrentes del aceite de oliva, hacen que la obesidad esté aumentando de forma alarmante en Creta. Paralelamente al aumento de la obesidad, también están aumentando las tasas de cáncer y de enfermedades cardiovasculares.

No hay secretos. Los hábitos alimentarios han cambiado para peor y la actividad física parece haber pasado a la historia. El tráfico es demencial para una ciudad tan pequeña como Kania. Las motocicletas pasan zumbando a nuestro alrededor como una nube de abejorros. En el entorno rural veremos muchos pick-ups y poca gente desplazándose a pie. Debido a la dispersión de la población, la venta ambulante se impone y es posible comprar casi de todo sin moverse de casa: fruta, carne, pescado, unas plantas, unas sillas para el jardín... La cuestión es no tener que moverse.

En las terrazas y cafés, la población local se da al placer de un café helado, a veces con leche condensada, a veces con una bola de helado, y siempre con una buena dosis de azúcar.

A la mesa, los locales de comida rápida y gyros conviven con cadenas de pizzerías que triunfan entre los más jóvenes. También aquí, los servicios de entrega a domicilio evitan tener que moverse. Si nos vamos a tomar un refresco (en botella de 33cl) o una cerveza (en botella de 50 cl) veremos que también en el tamaño de las bebidas, Grecia está un par de tallas por encima.

Entre horas se impone tomarse una o varias tyropitas (empanada de queso) o "spanokopita" (de espinacas) ambas con una masa de hojaldre bien calórica.

Paseando por las encantadoras calles de Kania -segunda ciudad de la isla tras Heraklion y que tan solo cuenta con unos 60.000 habitantes- nos encontramos con un centro para el tratamiento quirúrgico de la obesidad y con una tienda con ropa especializada en tallas que van desde la 2XL hasta la 8XXL. ¿Casualidad?