Telefonía móvil, publicidad y autorregulación

¿Qué puede conseguir un SMS publicitario recibido un cálido domingo a las cuatro de la tarde? La respuesta es bastante previsible: "Estropear la siesta del receptor".

Me consta, en virtud de mi historial profesional, la presencia de grandes expertos en marketing y publicidad dentro de la operadora objeto de estos párrafos. Me extraña, en función de ese conocimiento, que se dejen colar una campaña que viola el primer principio de la termodinámica publicitaria: "No moleste al posible comprador".

Existe el precedente, cuyos detalles lamentablemente no recuerdo, de SMS masivo enviado en nombre de un partido político a altas horas de la madrugada. Pudo ser un error tecnológico, una negligencia o el manejo perverso de un trabajador malintencionado.

Si, hay gente capaz de arriesgar su puesto de trabajo con tal de perjudicar a la opción política adversaria. Hasta ahí llega el lavado de cerebro ideológico. Pero descartemos las opciones que incluyen la mala intención y centrémonos en el comportamiento negligente.

Justo ahora que se anuncia a bombo y platillo la inauguración del fichero de Robinsones en su vertiente electrónica, la operadora molesta a sus clientes a horas poco adecuadas.

Para quienes no estén familiarizados con el tema, es posible darse de alta en el sitio www.listarobinson.es (creado por la FECEMD, federación de comercio electrónico y marketing directo) para autoexcluirse de la publicidad no deseada. Afecta a los SMS, las llamadas telefónicas, los mensajes de correo electrónico y la publicidad postal.

En un mundo tan propicio a la intrusión indiscriminada, o el sector del anuncio se autorregula o veremos crecer exponencialmente el número de automarginados del mundo de la publicidad. Se supone que la publicidad directa permite seleccionar el segmento adecuado para lanzar un mensaje, justo al contrario de lo que pasa en los anuncios de la tele.

Pues bien, yo soy de los que duermen la siesta los fines de semana.