Bread & Butter vuelve a casa por todo lo alto

- La feria de la moda street wear regresa a Berlín y lo hace a lo grande: ocupando el mítico aeropuerto de Tempelhof. - Aún así, B&B Berlín no iguala las cifras de su última edición en Barcelona.

BERLÍN.- Una enorme valla blanca al fondo de la pista de aterrizaje reza con letras inmensas: “Berlin, Berlin, home is where the heart is” (Berlín, Berlín, el hogar es donde está el corazón). La feria de moda que durante cinco años ha llenado Barcelona de la gente más fashion decidió regresar a casa; y parece que el plan no les ha salido del todo mal. El caramelo que Berlín le ofrecía era tan atractivo como el turrón navideño del famoso anuncio: albergar la feria en el histórico aeropuerto de Tempelhof. Esta instalación aérea, diseñada por Albert Speer (el arquitecto de Hitler), dejó de funcionar como tal en octubre de 2008 pero se hizo especialmente famosa durante los primeros años de la Guerra Fría, cuando la URSS bloqueó Berlín Occidental y sólo a través de Tempelhof llegaban la comida y otros bienes de primera necesidad. Es el famoso Puente Aéreo o Luftbrücke, que da nombre a la plaza donde durante estos tres primeros días de julio se congregan los profesionales de la moda street wear.

Bread & Butter se autodenomina “the tradeshow for selected brands” (la feria de las marcas elegidas). Es decir, la feria que marca las tendencias y que por tanto debe estar a la última. Ante tal concepto de marca, pocos espacios se ajustan tan bien a lo cool como este mítico aeropuerto de apariencia nazi y tanta historia a sus espaldas.

Las discusiones sobre qué hacer con el aeropuerto, que por su céntrica situación se había convertido en un estorbo, llevaban años alargándose en la capital germana –y están todavía lejos de encontrar un consenso. Todo se les había pasado por la cabeza a los políticos, empresarios y ciudadanos de a pié: desde un hospital privado de lujo o un hotel hasta un gigantesco parque o, por supuesto, equipamientos sociales. De hecho, junto a la sala de conciertos que acogió la fiesta inaugural de Bread & Butter se manifestaron el martes pasado un centenar de vecinos, partidarios de conservar Tempelhof como un espacio de uso social.

¿Un nuevo recinto ferial?

Por ahora, el aeropuerto más famoso de la ciudad ha demostrado ser un espacio ideal para acoger eventos de estas magnitudes. Con una práctica distribución arquitectónica en forma de U alrededor de la pista de aterrizaje, Tempelhof ha acogido, tanto en su interior como en sus incalculables metros cuadrados de asfalto y césped, a las 567 marcas seleccionadas. En esta edición y aprovechando con acierto la magnificencia del edificio se ha dado mucha importancia al porche central, al valle de la U, donde las marcas de Denim (jeans) competían con impresionantes stands que sin embargo no invitaban a adentrarse en ellos —no hay que olvidar que B&B es una feria profesional y que por lo tanto los simples curiosos no son especialmente bienvenidos—.

Ante la impresionante pista se extendían bloques cargo con las siglas del evento y la amplia zona de relax, que contaba incluso con un lago artificial junto al cual tomar algo y escuchar las sesiones de DJ de influencias caribeñas. Desperdigados por entre el arcén de vez en cuando se topaba uno con una avioneta decorativa.

Para los más perezosos, las formas de trasladarse de una punta a otra de la U eran variadas: desde cochecitos de golf conducidos por personal de la feria hasta pequeños autobuses anticuados que realmente revivían el espíritu aeroportuario del recinto. Para los que tuvieran ganas de andar, atravesar los pabellones interiores del aeropuerto —los antiguos hangares ahora rebosantes de ropa moderna y gente a la última— era un auténtico lujo. Las obras de remodelación de los espacios se terminó justo a tiempo para poder inaugurar B&B, pero si realmente se quiere convertir Tempelhof en un nuevo espacio para ferias serán necesarias muchas otras reformas.

¿Trono compartido?

B&B regresó a casa con una sonrisa a medias. Con 567 marcas expuestas —muy lejos de las más de 800 que estuvieron en Barcelona el enero pasado— y una afluencia de público ligeramente inferior, como muchos de los asistentes confirmaron, la feria de la moda callejera se queda pues a la expectativa de ver qué ocurrirá en la próxima edición invernal. Los participantes ya temen estas fechas de enero de 2010 en la capital germana, donde el invierno es especialmente riguroso —a menudo en enero se registran temperaturas de varios grados bajo cero—. Por eso muchos verían con buenos ojos una sede compartida del evento entre las dos ciudades que empiezan por B: “La edición de verano podría hacerse en Berlín y la de invierno en Barcelona”, nos propone una diseñadora alemana y gran amante de la ciudad condal.

Parece que por ahora los directores de B&B no se plantean esa posibilidad. La feria ha firmado un contrato con Berlín para los próximos 10 años.