Donde el autor, aprovechando la inauguración de la nueva estación de Sol (pronúnciese intercambiador o caverna en el suelo más grande el mundo) repasa los colores, texturas, topografías y sonoridades de las líneas de metro de la ciudad de Madrid.
La linea 1 es vieja, calurosa y vagamente legendaria. Aunque es de un azul suave que infunde confianza, abundan los raterillos y carteristas acechando a guiris que leen la Lonely Planet. Tiene incluso una estación fantasma. La semana pasada vi en uno de su vagones a la pelirroja más hermosa del mundo. Se bajó en Gran Vía sin mirarme.
La línea 2, a pesar de su entusiasta color rojo y de su rancio abolengo (nació el 14 de junio de 1924), me irrita y es inútil.Tan sólo el tramo Retiro, Banco de España y Sevilla, parece tener alguna lógica. Lo escrito anteriormente, no.
La 3 es amarilla y está muy lejos. Hace poco la renovaron y le añadieron varias estaciones nuevas, con nuevas tonalidades algo chillonas y algo fosforitas, pero no es cuestión de tamaños, sino de lejanías.
Hay muchas teorías sobre la línea 4. Sólo se ha podido comprobar que es marrón, y el marrón es un color complicado. Desde Yakarta, un amigo me explica que es infinita y desesperante a veces, pero voluntariosa (Esperanza, Paz, Prosperidad).Voluntariosa, pero con derechos de imagen, replico: los locutores de la megafonía del metro demandaron a Manu Chao por utilizar su voz sin consentimiento en la canción Próxima estación esperanza. Lo mejor de la 4, con todo, es el tiempo que te deja para leer. Si alguna vez me atrevo con El hombre sin atributos, que lo dudo, lo atacaré desde las butacas de la línea 4.
La 5, de un verde flácido completamente demodé, huele a caña y a viernes por la noche.
La 6, la circular, es capicua e infinita, y provoca confusión. Yo, por ejemplo, no distingo entre Manuel Becerra y O`donell y más de una vez, en sus andenes, me he quedado paralizado sin saber dónde meterme.
La 7, color zumo de naranja de bote, es, por onomástica (Ascao, Pitis...), la menos afortunada de las líneas madrileñas. Por lo demás tiene buena infraestructura, pero con ella ni siquiera el roce hace el cariño.
La 8 es un espejismo para que los turistas que aterrizan en Barajas piensen que Madrid es la locomotora de Europa. Es cómoda, eficaz, moderna, anodina. Curiosamente, el rosa no es un color tan feo como pudiera creerse.
La 9, morada, lleva a casa de mi abuela.
La 10, de un azul intensísimo, es decepcionante: con esos vagones tan modernos, ese itinerario de norte a sur tan racional y decimonónico, ese dígito redondo, esos tramos al aire libre, ese movimiento sinuoso propio de los vagones conectados con muelles, esos abrepuertas redondos y luminosos de play station; y sin embargo parece que no va arrancar nunca o que arranca tarde o que tarda demasiado o se queda detenido en mitad de un túnel sin razón aparente, como un niño mimado que lo tiene todo y se abruma por nada.
La 11 es muy verde y la desconozco. Es pequeñita, termina en una estación llamada La Peseta y por el camino se detiene en Pan Bendito y en Carabanchel Alto. A primera vista parece costumbrista, canalla y entrañable, pero no hay que dejarse llevar por las primeras impresiones. No hay literatura de viajes sobre esta línea que en el imaginario madrileño se mantiene ignota como las entrañas de África en el siglo XIX.
La 12 transita por el espacio exterior y no tiene cabida en este artículo porque, como todo el mundo sabe, Madrid se termina en la M-40 y el cinturón rojo de Alcorcón, Getafe, Móstoles, Leganés es ya otra comunidad autónoma, con bailes, lenguas y folclore propio.
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Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
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“Os propongo que sea el Comité Federal, en la próxima reunión que tengamos, después de las elecciones autonómicas y municipales, el que fije el momento de activar el proceso de primarias previsto en los Estatutos del partido para elegir nuestra candidatura a las próximas elecciones generales.” De esta manera, Zapatero ha puesto las primarias en el punto de mira tras anunciar que no será candidato a la reelección. Tras este anuncio, observamos algunas reflexiones sobre el proceso
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