Impresiones sobre un maestro del impresionismo

En el Museo del Prado en Madrid, se puede visitar la exposición temporal más completa de Joaquín Sorolla,

Una niña contempla entre tímida y curiosa los cuerpos plasmados por Sorolla en Los Chicos en la Playa

He tenido la fortuna de visitar este sábado la exposición temporal del maestro español del impresionismo, Joaquín Sorolla. La muestra, como era de esperar, está resultando un rotundo éxito desde que fuera inaugurada el pasado 26 de mayo en el Museo del Prado. Han sido ya miles de personas las que han podido apreciar el talento incomparable del artista valenciano y serán muchas más las que lo hagan hasta que se clausure, el próximo 6 de septiembre.

Me reconozco un auténtico ignorante en el mundo del arte, a pesar de haber visitado en varias ocasiones otros museos espectaculares como lo es el del Prado. En la pintura en concreto, confieso, no sin cierta vergüenza, que apenas soy capaz de distinguir la autoría de una docena o quizás una veintena de cuadros a lo sumo, todas reconocidas obras maestras. Me falta conocimiento para apreciar en toda su dimensión la obra de los grandes de la pintura, pero al igual que sucede con el buen vino, uno sabe perfectamente en este caso cuándo tiene ante sí un artista realmente excepcional. Y Sorolla lo es.

Desde que se accede a la primera de las salas que componen la exposición, nuestros sentidos se colman por la luz, la emotividad y la sinceridad que transmiten todas sus obras. No voy a cometer la torpeza ni dármelas de erudito para tratar de explicar con tecnicismos lo que significa el trabajo de Sorolla. Ello corresponde a los entendidos e ilustrados en el arte. Pero sí puedo dejar constancia de que pocos han sido los artistas que me han impresionado tanto. Será por algo que es un maestro.

Para todos los amantes del arte, para todos los amantes de la pintura o para los que sin llegar a serlo quieran visitar algo único, el Museo del Prado con su exposición temporal de Sorolla resulta parada obligada en estos meses de verano. Y el calor no es excusa; a pesar de que la temperatura en Madrid a estas alturas ya ha alcanzado cotas veraniegas, doy fe que en el interior del museo el aire acondicionado funciona a las mil maravillas. De hecho, al visitar la exposición permanente, hubiera jurado que a La Maja Desnuda le caía el moquillo...