Sin Fernando Delgado, se quedan en tres los Doce hombres sin piedad

Era uno de esos actores que nos han acompañado toda la vida, como aquellos de las series y películas americanas a los que también llevamos viendo desde niños y cuya aparición en el film nos hace sonreír cómplices desde el sofá. Al igual que sucede con muchos de estos actores del país del Tío Sam, su nombre fue un gran desconocido para una gran mayoría de españoles, muchos de los cuales lo han descubierto gracias al momento de su óbito.

Fernando Delgado falleció ayer al mediodía en Madrid debido a una larga enfermedad pulmonar. Setenta y nueve años aprovechados hasta el último aliento, y nunca mejor dicho, ya que las últimas funciones de la obra La vida de Juan Ramón Jiménez las hizo tirando de bombona de oxígeno, insuflando en sus pulmones las bocanadas de vida que antaño inspiraba del público.

Pertenecía a una familia de actores, hijo de Luis Martínez Tovar y de Julia Delgado Caro, y como suele suceder, nació durante una tournée de la family, allá por Porcuna, Jaén. Dedicó su vida a la interpretación, tanto en teatro, como en cine o televisión. Recordadas son sus intervenciones en numerosas obras de teatro como Historia de una escalera, Antígona o La Zapatera Prodigiosa. En televisión antiguas y medianas generaciones recuerdan su rostro, que no su nombre. Las antiguas por el clásico Estudio 1 o Primera Fila, o incluso por algún episodio de Historias para no dormir de Chicho Ibáñez Serrador como El Muñeco, donde una de las hermanas Hurtado - pre Tacañona- le hace pasar un muy mal rato al bueno de Fernando gracias a la manía de esta de hacer cosas raras con un muñeco mientras pone cara de loca, de esas que dan mucho canguelis. Para los que nacimos en la época en la que Burt Reynodls estaba de moda –madre del amor hermous...- Fernando Delgado nos suena de nuestra adolescencia ochentera en algún episodio de Anillos de Oro, Brigada Central o Media Naranja, y años más tarde por algún capítulo de ¡Ay, Señor Señor!, Colegio Mayor u Hostal Royal Manzanares, programa lucimiento de Lina Morgan al que nunca llegué a verle la gracia.

Pero sin lugar a dudas, el mejor recuerdo que muchos tenemos de la carrera del actor es su interpretación en la obra que hizo en Estudio 1 titulada 12 Hombres sin piedad, adaptación de la obra teatral de Reginald Rose que posteriormente sería llevada al cine por Sydney Lumet. Aquí la dirigió Gustavo Pérez Puig en 1973. La historia trata sobre la deliberación de un jurado que tiene que decidir si un chico es culpable o inocente de la muerte de su padre. Y eso que estábamos en 1973 y estos hechos afortunadamente no eran tan corrientes como hoy en día. De los doce miembros del jurado, once lo tienen clarinete y sólo uno, el número ocho, es el que no lo ve claro y siembra la discordia entre sus compis a base de analizar lo expuesto en el juicio y demostrar que hay ciertas lagunas en la historia que impedían que se actuase tan categóricamente.

Principio de 12 Hombres sin piedad

12 Hombres sin piedad es una obra maestra en la que el enclaustramiento en una sala cerrada hace manifestar sin tapujos diferentes roles sociales en los que cada uno podemos vernos reflejados, haciéndonos constantemente pensar como actuaríamos nosotros en ese caso. El reparto es de lujo, empezando por Fernando Delgado, continúa el dream team con José Bódalo, Manuel Alexandre, José María Rodero, Ismael Merlo, Rafael Alonso, Carlos Lemos, Antonio Casal, Sancho Gracia –antes de hacerse bandolero-, Luis Prendes, Pedrito Osinaga y Jesús Puente. Recomiendo encarecidamente su visionado si quieren pasar un muy buen rato, homenajeando así a un gran actor que se acaba de juntar de nuevo con la mayoría de antiguos compañeros del jurado para hacer los primeros ensayos de la gira de 12 Hombres sin piedad que representarán por las alturas cuando, Dios quiera que dentro de muchos años, se reúnan con ellos Pedro Osinaga, Sancho Gracia y Manuel Alexandre, que a este paso los entierra a todos.