Presentándose como parte de un conglomerado de partidos y recibiendo un 3.73 % de los votos en las últimas europeas ¿qué puede IU hacer frente al bipartidismo imperante?
Al anunciar su retirada como coordinador general de IU tras las generales de marzo de 2008, Gaspar Llamazares utilizó el término "tsunami bipartidista" para definir la creciente bipolarización del panorama político español y la consecuente y progresiva exclusión de las minorías políticas.
Ahora, tras obtener un 3.73% de votos - habiéndose presentando juntamente a ICV-EUiA-BA - el coordinador general de IU, Cayo Lara, afirma que IU "ha parado su caída electoral". Cabe preguntarse qué se esconde tras este querer tocar fondo del señor Cayo Lara.
Este querer promulgar a los cuatro vientos el fin de la caida electoral es en todo equivalente a los supuestos "brotes verdes" que desde el Gobierno se nos quieren poner frente a los ojos para intentar disimular la yerma realidad económica española.
IU es consciente de la sangría de votos, del mismo modo que el Gobierno Zapatero sabe que sus propias previsiones de déficit para 2009 acaban de pasar del 5.8% al 9.5% del PIB. IU sabe muy bien que pierde el pie, que pierde contacto con la realidad del electorado nacional, pero al igual que cabe preguntarse con el Gobierno ¿alguien sabe cómo revertir esa tendencia? ¿hay algún médico entre el público?
Por una parte, parece como si desde sus orígenes, los creadores de Izquierda Unida hubiesen querido zanjar de una vez por todas lo que parece ser una de sus mayores debilidades: la falta de unidad. Falta de unidad que para el propio líder histórico del comunismo español, Santiago Carrillo, es uno de los motivos que explican el "estado terminal" en que se encuentra IU.
Otros partidos minoritarios esgrimen también la falta de unidad como uno de los factores para intentar explicar el escaso apoyo que reciben sus propuestas por parte los electores.
Es el caso de los Verdes, que a nivel europeo han conseguido un resultado histórico, con 50 de los 736 escaños en juego, pero que a nivel nacional no consiguen ir más allá de una mera representación anecdótica.
Para responder al argumento de la falta de unidad podríamos repasar las disputas internas de los dos grandes partidos nacionales y podríamos encontrar divisiones, zancadillas y puñaladas traperas como para hacer palidecer a la mismísima Angela Channing.
Otro de los campos de batalla de IU en los últimos tiempos es el de la reforma de la Ley de Partidos, reclamando una mayor proporcionalidad entre el número de votos y el de escaños asignados. Reforma con la que pretenden evitar, entre otras, la penalización causada principialmente por la dispersión del voto de IU en el territorio nacional frente a la concentración regional del voto nacionalista.
Sobre este punto de la injusta Ley Electoral, podríamos responder "nosotros lo hemos querido así", y resulta paradójico que la queja venga de IU cuando es precisamente uno de los partidos más favorables a la descentralización e incluso al federalismo.
Nos guste más o menos, España ha evolucionado a una realidad como Estado que hace que se repliquen a escala nacional las mismas "injusticias" que un votante de un partido minoritario alemán podría encontrar al ver que 118 mil votos malteses valen 3 escaños pero los 229 mil votos alemanes del Partido Pirata alemán - Piratenpartei Deutschland - no valen un solo lugar.
La realidad es que IU no parece conseguir encontrarse con las nuevas generaciones, aunque avance propuestas interesantes como las referentes a software libre o a la eliminación del canon de la SGAE sobre los soportes digitales entre otras, que a priori deberían atraer al electorado más joven. Falta una autocrítica esencial, un liderazgo claro y carismático, mostrarle a los españoles que no hay por qué estar necesariamente con los que van a ganar la Liga si no con los que, en nuestra opinión, se ganan mejor su sueldo a la hora de presentar propuestas.
Pero parece que, a excepción afortunadamente de UPyD, el elector nacional es del Madrid o del Barça, del PP o del PSOE, y que en la Liga de las Estrellas que pretende ser el circo político nacional, los grandes no tienen demasiado interés en dejar hueco a los modestos.
Y hay un peligro mayúsculo detrás de este arrinconamiento de los modestos, y es que cuando el espectador ve cómo el fútbol cada vez tiene menos de deporte y más de negocio, cómo la política es cosa de unos pocos poderosos.
Se pierde el interés, baja la participación y la implicación e identificación del ciudadano en la vida política... Y quien pierde es la Democracia. ¿Quién gana?
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Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
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