¿Qué es un héroe?

“Varón ilustre y famoso por sus hazañas o virtudes”, dice la RAE de héroe en su primera acepción. Y si busco y rebusco en los últimos tiempos sólo doy con el profesor Neira (que no es lo mismo llamarlo Jesús: no alecciona tanto) y con Sullenberger, el piloto que amarizó en el río Hudson, y que, personalmente, más que un héroe, y sin quitarle mérito, fue un tipo mañoso, frío en el mejor sentido de este adjetivo y que, ni más ni menos, hizo lo que tenía que hacer. ¿Mérito? Sí, inmenso. ¿Heroicidad? No estaría yo tan seguro. La palabra, si alguna vez tuvo algún sentido fuera del literario, se ha malgastado tanto que ha llegado a escucharse en contextos verdaderamente surrealistas. Penélope Cruz, por ejemplo, cuando la reina Sofía le entregó hace un par de años un premio en Nueva York compartido con Bill Clinton, dijo que el ex presidente estadounidense era uno de sus “héroes personales”. Parece que el traje, el boato y Bardem ensombrecieron una frase que bien merecía unas cuantas apostillas. En negrilla, incluso, me atrevería a decir.

El héroe.

La segunda acepción de nuestro real diccionario dice que un héroe es un “hombre que lleva a cabo una acción heroica” y evidentemente Neira sigue en el grupo. Aunque en esta sociedad “civilizada” y “desarrollada” (y lo entrecomillo, a este señor me remito o al terrorífico video que vimos ayer del asesinato de Carlos Palomino) la heroicidad viene de otro lugar y las acciones muchas veces no van a caballo ni tienen lanza ni defienden fronteras ni honores patrios ni familiares. Heroicidad es, por ejemplo, lo de Vargas Llosa, que se atreve a calificar de subdesarrollados a la mayoría de los pueblos indígenas que habitan los Andes o que apoya la ley francesa que prohíbe el burka en las aulas. Heroicidad es lo de Rosa Díez, que le pone las banderillas a Zetapé y monta un partido sola en un país en el que te llaman “facha” al primer carraspeo. Heroicidad fue lo de ayer noche de ese inglés brillante al que quiero parecerme de mayor y que se llama Martin Amis. Es decir, alguien que nació en un país que llama al Tercer Mundo “developing World” (“en vías de desarrollo”, ¡tócate los cojones! ¡ve y dile “en vías de desarrollo” a los cuatro mil doscientos niños que mueren al día por no tener agua potable que a ver dónde te señalan las vías!), y que dijo en un ambiente como el suyo, lleno de progres de pancarta contentísimos con el triunfo de Obama pero a los que mejor no les toque un musulmán en el asiento de al lado del avión, que esto del multiculturalismo es un fraude.