El camino te hará libre

Las llamadas medidas penitenciarias de reinserción pueden ser un pozo sin fondo para quienes quieran tomárselas en serio, medidas que van más allá de la mera privación de libertad o formación laboral. Este que ahora se presenta puede ser un buen ejemplo de ello...

“Delincuente no hay camino, se hace camino al penar”. O algo parecido es lo que podría decirse, parafraseando libremente a Machado, acerca de la peregrina iniciativa de reinsertar a un grupo de menores condenados penalmente mediante la realización del Camino de Santiago.

Según los responsables de esta idea los menores “nunca” volverán a delinquir, afirmación tal vez demasiado tajante pero que se basa en los resultados de la anterior convocatoria ya que es la segunda ocasión en que se pone en práctica el programa. Y es que puede que, como en el Camino, no haya marcha atrás, y para quienes alcancen Santiago la Compostela que allí se les entregará vale su peso en el oro de la condena cumplida y saldada con la sociedad. Una buena noticia sin duda ante la que habrá que cruzar los dedos mientras los muchachos cruzan Galicia.

El grupo lo componen un total de veintiún menores procedentes de Madrid, la mayoría españoles, y su periplo exculpador no se limitará a completar jornadas sin más como turistas de los mochila y albergue sino que lo harán como un equipo en el que se repartirán las tareas de limpieza, preparar la comida y, en definitiva, todo aquello que resalte los valores de la vida en comunidad. En definitiva, una vuelta de tuerca a las teorías redentoras que en los últimos años están a poner en práctica diversos juzgados con resultados, todo hay que decirlo, más que esperanzadores.

Pero que no haya preocupaciones en el resto de peregrinos porque no llegarán a toparse, como en aquella escena del Quijote, con una cuerda de presos, esos galeotes liberados por el hidalgo después de poner en fuga a los guardias ya que todos los participantes son voluntarios y de hecho existía una lista de espera en el centro de menores que excedía a las posibilidades logísticas de la iniciativa, por lo que se hizo necesario realizar una selección previa.

La lógica discreción no nos permite conocer cuáles son los hechos que cada uno de los muchachos lleva en la mochila y ni si habrá ampollas suficientes para todos. Pero para acabar tan machadianamente como empezamos podríamos pensar aquello de “...y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”. Valga por una vez la cursilería.

Lampreas y Boquerones