Fulla, la versión árabe de Barbie que triunfa

Es la muñeca Fulla, que ha sido creada con rasgos y atuendos llamativamente árabes para que las niñas musulmanas tengan un referente en juguete de lo que su cultura y su religión debe representar en sus vidas. Los éxitos de esta creación, sin embargo, pueden merecer un análisis aparte.

Años después de que las muñecas de Famosa se dirigieran al Portal, Fulla, la muñeca árabe réplica de la Barbie, dirige sus pies de pétalos a La Meca. No se sabe si ha sido falta de reflejos o desgana de Mattel pero en apenas seis años ha visto cómo las ventas de la rubia provocadora se han recortado en el mundo islámico al mismo ritmo que sus minifaldas mientras aumentaban, como su hiyab o velo, la de la competidora de tez de atardecer. Todo un golpe de mercado de la empresa siria afincada en los Emiratos Árabes que ha creado a esta pequeña como reacción en cadenas, especialmente de televisión, frente las distracciones morales que la relajada americana podía llegar a representar entre las niñas musulmanas. Y así es presentada machaconamente en anuncios televisivos y programas infantiles como icono y paradigma de la buena niña islámica, algo que puede antojarse peligroso para lo que debiera ser un simple muñeco con el que jugar.

Casi tres millones de unidades vendidas es mucho incluso para la elegante Fulla, la misma que, se dice, representa los valores que el Islam quiere transmitir al mundo femenino en la edad del acné y el pavo, ojos grandes como lunas de agosto que oculta su pelo cubierto por el velo, sin dejar mostrar su cuerpo y, aunque esto pueda ser discutible en un simple pedazo de plástico moldeado, representando esos valores encarnados en el respeto a la moral y las costumbres propias. Puede ser un buen argumento para justificar el éxito de su venta, pero tampoco lo es menos el que su precio sea casi la mitad que el de la oxigenada Barbie, un argumento nada desdeñable por otra parte en países que no tienen en su calendario el siempre consumista día de Reyes.

Más allá de la anécdota de juguetería y del innegable preciosismo en sí de la figura, Fulla, jazmín en árabe, es una prueba más de que el negocio, la política y la religión pueden lanzarse de la mano a determinados mercados donde no siempre resulta fácil distinguir la oferta de las demandas. Pero en cualquier caso lo innegable es que el ojo del creador merece un guiño por su incuestionable acierto empresarial. Seguiremos atento a la evolución de la serena Fulla mientras esperamos de qué manera se nos presentará la versión masculina del repelente Kent.

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