Tardan nueve años en comunicar una Sentencia

Ha ocurrido en Santiago de Compostela donde aún no han encontrao a los condenados a pagar a El Corte Inglés tres mil euros por pagos con su tarjeta. Nueve años que, según se mire, puede que no sean tantos...

Finalmente el asunto de la llamada Deuda Histórica de Andalucía ha quedado zanjado esta semana. Más modestamente, otra deuda no menos histórica ha sido notificada en Compostela a dos morosos de El Corte Inglés nueve años, nueve, después de dictarse sentencia. Eso sí, a través del Boletín Oficial de la Provincia porque al parecer no ha sido posible encontrar a estos perdidos.
El montante adeudado se acerca a los tres mil euros a lo que habría que sumar el interés legal y restar el de los deudores en abonar la cantidad, pero nadie podrá dudar que la justicia, cuando se lo propone en casos como este, es de juzgado de guardia. Desde la sede compostelana se dice que sin duda la situación ha de considerarse de extrema excepcionalidad, claro, pero que en modo alguno puede hablarse de desidia o dejadez. Puede ser, nueve años no es nada en comparación con lo que llevamos buscando a Caín por lo suyo.
Tal vez estas cosas ocurran por comprar en grandes almacenes, porque si estos tipos se hubiesen hecho los trajes a medidas, pongamos por caso en la sastrería de Camps, otro gallo les hubiera cantado, pero las cuarenta. Pero no, las cosas de palacio siguen yendo despacio por más que la empresa nos anuncia la llegada de la primavera y sus efectos sobre la sangre aunque a la hora de perseguir a sus deudores no de la talla.
De los fugados apenas sí conocemos sus iniciales, lo que dificulta la tarea de su búsqueda, pero para algunos ya suenan como emuladores de aquel catalán que desfalcó a unos cuantos bancos con eso de luchar contra el capitalismo. Pero ese es otro estilo, otras voluntades.
Así que ahora y tras la publicación de la sentencia, se confía en que en lugar de un ataque de risa les de a aquellos dos uno de remordimientos y allá donde quiera que se encuentran acudan al juzgado para saldar su deuda con la justicia y de paso cuadrar la caja de la criatura de Ramón Areces.
Pero que nadie desconfíe de los tribunales pues es nuestra última tabla de salvación. El caso de estos dos fugados de la caja registradora no es la regla de manera que no se espera que cunda el ejemplo, el malo. A fin de cuentas, puede que simplemente no quedaran satisfechos…

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