Cuando el realizador es la estrella

Dicen en el mundillo del fútbol que el mejor árbitro es el que pasa desapercibido. Esta afirmación, que es absolutamente cierta, puede ser también aplicable a los que se encargan de la realización de un partido de fútbol o cualquier otro deporte. Lo ideal al ver una retransmisión televisiva de un partido es no notar que existe la realización. Cuando uno se percata de que hay una mano detrás es que algo no funciona.

El detonante de estas líneas ha sido la realización del partido disputado por España e Inglaterra, pero en realidad es una queja contra la pésima realización deportiva en general, con algunas excepciones, que tenemos que sufrir.

 Lo más importante en cualquier deporte es el juego en directo. Y cuando el deporte en cuestión se juega con una pelota, ésta debe ser la absoluta protagonista. Cuando el balón está en juego nunca, bajo ningún tipo de circunstancia, se debe perder de vista. No me interesa la cara que tenga el entrenador en la banda, ni el jugador estrella condenado al banquillo, ni el presidente en el palco. Tampoco la repetición de una jugada, aunque sea un penalti polémico trascendental. Ni siquiera la típica rubia macizorra que exhibe sus encantos en la grada. Lo importante es el cuero. Para todo lo demás ya habrá tiempo cuando haya una interrupción. No hay nada que moleste más que perderse un gol o una ocasión porque el realizador ha decidido mostrarnos la repetición de una jugada anterior.

Tampoco hace falta perderse una jugada clave para que esta práctica sea molesta. Es muy usual insertar imágenes ajenas al juego como las citadas en los momentos que el realizador considera intrascendentes. Es decir, cuando el balón está en el mediocampo o está siendo subido a cancha contraria por el base (caso del baloncesto).  Yo quiero ver absolutamente todo el juego; ya decidiré yo lo que es trascendente y lo que no, lo que me interesa y lo que no. Esos momentos supuestamente triviales suelen ser muy ricos desde el punto de vista táctico. Además, basta un pase rápido para perdernos un lance fundamental del partido.

Otra cosa irritante son los habituales primeros planos. En un juego colectivo es importante siempre tener una visión global de lo que ocurre, no sólo en los alrededores del balón. Yo quiero ver si el delantero se desmarca o si el lateral sube la banda. Quiero ver si el pívot pide el balón en el poste bajo. Me da igual si esto va en detrimento del detalle. No me interesa si Beckham escupe o si Iniesta tiene ojeras. Es posible que así me pierda el detalle del regate, de la filigrana, pero para eso está la repetición. En ocasiones da la impresión de que el realizador busca hacer ostentación de todos los recursos de que dispone: “mirad, tengo 100 cámaras y las uso todas”. Las repeticiones agradecen, sin duda, tantas cámaras, pero para el directo da la impresión que con un par de ellas habría de sobra.

También son molestos los faldones de publicidad que aparecen en la parte inferior de la pantalla, sobre todo cuando el narrador de turno ya nos está acribillando con publicidad desde el micrófono. Uno estaría dispuesto a aguantar un faldón de vez en cuando a condición de fuera la única publicidad que tuviéramos que sufrir. Menos entendibles aún son los recuadros donde aparece una imagen de los comentaristas, privándonos así de una zona del campo de juego. ¿No entienden que los protagonistas son los que están en el campo y no los periodistas o comentaristas?

¿Es tan difícil respetar en todo momento el balón en juego? Otros deportes lo hacen. Un ejemplo de realización excelente es el tenis. ¿A alguien se le pasa por la cabeza que en mitad de un punto, con los jugadores peloteando, se insertara una repetición del punto anterior (por muy espectacular que éste fuera) o un plano del juez de silla? ¿No resultaría increíble que en lugar de mostrar toda la pista el realizador nos enseñara planos cortos de Nadal golpeando la bola? Ya sé que son deportes distintos, con ritmos muy diferentes, pero no veo por qué lo que no es admisible en uno lo debe ser en el otro. Puestos a pedir, tampoco estaría mal que los narradores de fútbol aprendieran de los de tenis que, a veces, el silencio es deseable, pero ese es otro tema.

Resumiendo: planos abiertos cuando el balón esté en juego; sin inserciones de ningún tipo. Cuando haya una parada en el juego entonces es el momento de insertar repeticiones y primeros planos. En definitiva, una realización lo menos invasiva posible. Lo de los comentaristas, otro día.