Pero, ¿quién fue Gerión?

Coruña es una de las pocas ciudades que albergua en su escudo, más allá de la heráldica, elementos que conjugan la historia con la mitología, la griega en este caso. Nada más apropiado para una tierra que descansa en la leyenda.

El escudo de la ciudad de Coruña (La / A / El / Lo... Coruña) se presenta al visitante inquieto mostrando su orgullosa Torre de Hércules y, a sus pies, una calavera con huesos cuyo significado no siempre parece ser bien conocido.

Lo cierto es que pocas cosas son tan reales como las ensoñaciones de los pueblos, las leyendas de musgo de la mitología, las leyes nunca escritas de la épica. Y son los deudos de romanceros de lareira, precisamente, quienes en Coruña llevan flores de cuando en vez al cementerio más recóndito y singular que esconde esta ciudad, desconocido, un nicho solitario que descansa a los pies de la enorme Torre y que alberga los restos eternos del gigante Gerión, muerto por Hércules.

Hoy andan contando testigos binoculares que el monstruo pareciera una vez más volver a revolverse en su tumba aprisionado por el peso de la luz que guía a los navegantes, pues nunca ha muerto del todo a pesar de la envenenada flecha que atravesó sus tres corazones, la guiada por la certera mano del héroe, y sólo su madre Calirroe parece llorarle. Esto es lo que ocurre cuando la infinita mirada del faro se vuelve ocre, dorada, del color de la tierra, cuando la humanidad en su infinita ociosidad quiere que el faro romano sea patrimonio suyo. Pero puede que sea al revés, quién sabe.

Con frecuencia, demasiada para algo tan serio como la incansable mitología, se viene a identificar el conjunto óseo de la heráldica coruñesa con la denominada Costa da Morte, tan próxima en pasos y destinos. Porque esto es lo que les gusta escuchar a los de Munich y a los americanos de Carolina del Sur. Pero no confundamos lo inventado con lo imaginado, que es a Gerión, ese gigante de tres cuerpos unidos por la cintura, a quien representan esos huesos. Guerrero feroz y letal empleaba sus seis brazos armados de espadas y dagas como fatal fuerza destructora y solo el ingenio de Hércules pudo con la demoledora adversario.

Gerión era, sin embargo, pastor, ganadero de bueyes y vacas rojas antes de que fueran infelizmente conocidas la lengua azul y los negros presagios del sector vacuno. Vivía feliz con sus cosas y desmanes y solo el encargo en forma de décimo trabajo de Hércules puso fin a tan apacible como mitológica existencia, cuando un sicario como este Hércules, Heracles, tuvo a mal robarle su ganado.

Pero Gerión hoy se resiste a morir otra vez. Resucita en estas noches de temporales sucesivos como el rosario de un marinero, y sus tres torsos unidos se yerguen como tres candidatos a la Xunta que siembran el miedo, la desolación y la incertidumbre entre los habitantes de la zona. Sobrevuela la vida de los lugareños cubriendo el sol y derramando la niebla de su vaho por ciudades, aldeas y montes llenando de nieve las cumbres que roza en sus terribles vuelos, asolando cosechas, mercados y redes.

Hoy, si es cierto que la historia se repite, hemos de salir a buscar los huesos de Hércules y rogarle que vuelva carcaj al hombro aunque sea por una tarde. Con dietas si hace falta.

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