De los Bancos de Tiempo

Santiago de Compostela va a ser la próxima ciudad en incorporar un Banco de Tiempo para sus ciudadanos, gracias al que podremos intercambiar  ratos libres en hacer favores a otros o pedir que nos los hagan...

Ahora que el popular ourensano Luis Carrera ha sido apartado de la maratón electoral por un quítame allá esas pajas, o esos miles de euros que olvidó comentar con Hacienda, lo que más le sobrará al irregular tributario será tiempo. Eso sí, tanto tiempo que podrá, además de aclarar algunos flecos con el fisco, interesarse por esa “llamada” que destapó sus ocultaciones por si la Agencia de Protección de Datos tuviera alguna ocurrencia al respecto, no para rehabilitarle, no, pero sí para evitar que las puñaladas electorales se amparen en las ilegalidades de la trata de bancas.

Con tanto tiempo libre con el que se va a encontrar, Carrera podrá acercarse a Santiago e interesarse por ese Banco de Tiempo que pretende poner en marcha el ayuntamiento compostelano en unos meses, una iniciativa importada del mundo anglosajón pero que ya ha aterrizado con cierto éxito en otras localidades gallegas. En este Banco, donde los intereses varían según las inquietudes de sus depositarios, cualquiera puede ingresar una cantidad en horas, pongamos que cincuenta, que son las que se compromete usted según sus circunstancias a aprovechar en viajes o ratos muertos para hacer favores a otros clientes del Banco que demanden servicios que puedan estar cubiertos por nuestros ingresos horarios. Y, a su vez, nosotros podremos demandar servicios en forma de favores que cualquier otro pueda hacer por nosotros. Y para facilitar los intercambios se habilitarán páginas webs o blogs en que podremos encontrar ofertas y demandas y las condiciones de cada una de ellas. Así de sencillo, así de idílico.

Todo ello medido en tiempo y sin que pueda mediar retribución alguna de ningún tipo para, se dice, que no se conviertan estas contraprestaciones en relaciones laborales más o menos encubiertas, porque la esencia del asunto está, precisamente, en que todo es rigurosamente gratuito para los protagonistas.

Para participar en este entramado de favores los interesados han de superar una entrevista en la oficina municipal que se habilitará para el caso y con el visto bueno ya puede ofrecer tiempo para favores y demandar los suyos propios. Comentan desde el ayuntamiento que con esta idea se pretende impulsar en la ciudadanía valores solidarios de igualdad y cooperación entre los ciudadanos, especialmente en tiempos de dificultades económicas.

Esperaremos a que el Banco se ponga en marcha para saber si es o no una pérdida de tiempo para la que está prevista una inversión de casi veinte mil euros. Pero en cualquier caso, cuando parece que todo está inventado, estas iniciativas nos recuerdan aquellas costumbres no tan lejanas arraigadas en ciudades de provincias en que, cuando un vecino de algún pueblo “se acercaba” a la ciudad, lo hacía cargado de recados de sus paisanos, cartas que entregar, avisos que dar, paquetes que recoger y un sinfín de asuntos que aquel cumplía escrupulosamente. Lo que en algunas urbes sureñas se llamaba el “cosero”, en alusión a las cosas que debía hacer.

Así que ya lo sabe, si tiene usted previsto acercarse al Polo no deje de anunciarlo por si alguien quiere encargarle que le lleve galletas a un pariente suyo que anda de exploraciones, y mientras esté de viaje puede que algún otro cliente de este Banco le pasee los perros o le riegue las plantas. O al revés, como prefiera.

sanchezreverte.blogspot.com