Polvo sideral

Donde el autor, reflexionando sobre la naturaleza de los viajes de lujo se pregunta por qué, aunque pagues un pastón, no te dejan follar ni en el espacio ni en la estratosfera.

Sir Richard Branson tiene barba, una compañía aérea de bajo coste, una cadena de tienda de discos, varias marcas de bebidas, ferrocarriles, un lobby anti tabaco llamado Parents Against Tobacco, un récord mundial de viaje en globo desde Marruecos a Hawai, una isla privada en el Caribe que puedes alquilar para tí sólo y tus amigos, y un aeropuerto espacial diseñado por Norman Foster de donde saldrán, tal vez en 2009, tal vez en 2010, tal vez nunca, los primeros viajes suborbitales para turistas (cinco minutos a 110 kilómetros de la tierra para sentir la ingravidez y admirar la curvatura de la tierra; yo tengo google earth y a veces giro el planeta a mi antojo y me siento algo bastante parecido a Dj Dios).

El viaje cuesta 140.000 euros y en España sólo se puede contratar a través de la agencia Bru&Bru Exclusive Travel Designs. La dueña de la agencia, Ana Bru (de la familia de las lavadoras Bru) explicaba en una entrevista en El Pais que "el viaje de lujo ya está inventado, nosotros diseñamos experiencias", que es una frase, sobre todo la segunda parte, que lo mismo vale para un yogur con bífidus activos que para un narcotraficante. Del viaje de lujo conozco yo muchas historias y todas muy edificantes. Con todo, la experiencia galáctica tiene sus limitaciones: hace unos meses Virgin Galactic  rechazó una oferta de un millón de dólares para grabar una película porno en la ingravidez. That was money we had to refuse, Im afraid , explicó, con exquisita flema británica, el presidente de Virgin Galactic. Lo cual me recuerda a las declaraciones de un portavoz de Singapore Airlines, Stephen Forshaw (un tipo blandito y rosado y con espíritu de empresa) durante la presentación del entonces primer Airbus 380 (entre Singapur y Sidney), que incluye suites privadas: No sex please. Si las parejas utilizan las camas dobles para realizar actividades inapropiadas, les pediremos educadamente que desistan de su empeño.

Lo cierto es que la colonización turística de nuestra galaxia es un tema muy jugoso, del que podría surgir una serie de televisión de HBO, una novela pop de ciencia ficción, un reportaje de cámara oculta de El Mundo TV, una asociación ecologista, huelgas de pilotos, pelotazos urbanísticos y viajes de prensa con prostitutas marcianas. Y leyendas urbanas, del tipo: el 'falso' alunizaje de Armstrong rodado por Stanley Kubrick, a quien la CIA ordenó asesinar cuando éste amenazó con tirar de la manta.

Haste entonces, no queda sino desearnos buen viaje, abróchense los cinturones de seguridad y desconecten sus aparatos eléctricos.