EL EXTERMINIO ISRAELÍ

360 muertos, 1.500 heridos. El ejército israelí sigue masacrando Gaza y su Gobierno declara encontrarse en las “fases iniciales” de su ofensiva militar. Tibias condenas internacionales -en absoluto operativas-, la Administración Bush culpando a Hamás –en el gobierno palestino tras haber sido elegido en las urnas- y el presidente electo Barack Obama en silencio. Campaña electoral en Israel y el petróleo iniciando una nueva escalada.

nuevas armas para la resolución de conflictos

El pueblo al que Dios prometió una tierra donde asentarse fue brutalmente gaseado por el nazismo. El mundo se conmovió, aún nos conmueve y nos irrita aquella atrocidad perpetrada hace más de 70 años, pero los nuevos acontecimientos han convertido a Israel -en lugar de sólo en víctima- en actor de exterminio, y no podemos permanecer impasibles.

“El Estado de Israel se fundó en 1948 en buena parte del entonces Mandato Británico en Palestina, un territorio en el que vivían cientos de miles de árabes, los que hoy conocemos como palestinos. Esa fundación causó que muchas familias árabes perdieran sus hogares y sus tierras, son los llamados refugiados palestinos”, cuenta el ex corresponsal de el País en el área, Javier Valenzuela en su blog. Un artículo magistral con toda la génesis que nos ha traído a la situación actual. Seis guerras, algunas de las cuales atrapan territorios como en la Edad Media y sus “Cruzadas”.

Ahora, Hamas ha violado un enésimo alto el fuego. Con cohetes de fabricación casera. Los ciudadanos palestinos se defienden con otra arma de gran sofisticación: piedras. Entretanto, Israel responde con la más moderna tecnología en el arte de matar, misiles incluidos. No hay más que ver la cifra de victimas de uno y otro bando de una guerra no declarada.

La ONU lleva, desde 1948, dictando resoluciones para conminar a Israel a abandonar los territorios, o a respetar el derecho a vivir en paz en el interior de las fronteras reconocidas. Aprobadas en su mayor parte con la abstención o el voto negativo de EEUU, siempre han sido papel mojado, no han servido absolutamente para nada.

Un polvorín que no han arreglado jamás los conflictos armados. Las heridas generan nuevas acciones con más sangre hasta enquistar en gangrena el conflicto.

Casualmente, Israel se encuentra en reñida campaña electoral: las niñas muertas por sus bombas son daños colaterales –declara la aspirante a primera ministra-, “por vivir pegadas a una mezquita”, dado, se supone, que disponen de todo el territorio del mundo para ubicarse, y de facilidades de movimiento. No, Gaza es un “gueto”, una ratonera.

Y, mientras tanto, como el que no quiere la cosa, el petróleo inicia una discreta subida. Hoy ha llegado a estar a más de 43 dólares el barril Brent.

Algo no funciona en el mundo. No podemos vivir en el siglo XXI con la ley del más fuerte, o la del talión. Con Obamas soñados que callan ante el lobby judío. Pero lo que nunca dejará de sorprendernos a los ingenuos que poblamos el planeta es que se puede infligir el mismo castigo –el exterminio, el genocidio, el holocausto- que se ha padecido. No es sólo el Gobierno, el 81% de la población israelí apoya la acción en una encuesta de la televisión pública. Erráticas vendas de soberbia –cuando menos- nublan la visión.