El animal de Dragó

¿Por qué Fernando Sánchez Dragó sufre con la muerte de su gato pero disfruta con la de los toros?

El gato de Dragó se llamaba Soseki. Se hizo famoso porque lo llegó a sacar en su egoinformativo de Telemadrid, el canal de su amiga y ex vecina Esperanza Aguirre.

Soseki ha muerto y Dragó, el autor del informativo de autor, está hecho un guiñapo, igual que su churri. En su visitado blog y en El Mundo ha publicado un obituario a su estilo: largo y ególatra. Entiendo a Dragó.

Yo también tengo gatos. Si algo le pasase a mis queridos Andreoco y Kikín lo pasaría muy mal, me daría un bajón tremendo, pero creo que no sería capaz de convertir ese dolor en un escaparate nacional, algo a lo que Dragó está muy habituado.

Da un poco de vergüenza ajena ver como la intelectualidad patria, preocupadísima, ha reaccionado ante tan ilustre y gatuno féretro. Antonio Burgos, Jodorowsky, Alberto de Cuenca, Alicia Mariño o Carmen Rigalt le han dedicado prosas y versos al gatito. Como si no hubise otros temas que tratar en sus pagados párrafos.

Es lícito el dolor, pero cuestionable su exhibicionismo, parecido al de esas mujeres dolientes y enlutadas ante muertos que no son suyos. Discernir lo profesional de lo privado es algo esencial cuando se es una figura que trabaja en un medio público o para el público. Sacar de madre la muerte de este minino es un ejemplo de los tiempos que vivimos.

Habría que preguntarse también por qué Dragó, hombre de tremendas contradicciones, sufre con la muerte de un gato pero ensalza y defiende esa carnicería que llaman tauromaquia.

En fin, que en paz descansen Soseki y nuestros logros intelectuales.

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