A la muerte del cine: cine

El cine ha muerto, dijo David Lynch tras el rodaje de la fastuosa Inland Empire. Ese tipo tan raro que empezó su carrera creativa como pintor e ideólogo de instalaciones artísticas sentenció a muerte al séptimo arte por motivos puramente tecnológicos. Pocos son, incluso entre los más puristas, los que defienden el cine tal y como lo hemos conocido hasta ahora, en sus más de cien años de vida. Puede que Lynch tuviera razón, el cine ha muerto desde un punto de vista clásico. De la suma de pintura y teatro al cine, del cine como medio de observación de la realidad a la ficción. ¡Qué bonita palabra! Del cine mudo al cine sonoro, del cine en blanco y negro al cine en color, de un formato a otro, de una película a otra. De los grandes mitos y las grandes superproducciones al vídeo amateur, a la creación pequeña; son pequeños hijos tratados con un mimo que se había perdido. 

En un mundo repleto de vaticinios, predicciones y brujería sobre el séptimo arte, donde el dominio de la televisión, sea ésta o no de calidad, es abrumador y una rata en su jaula colgada en youtube tiene más visitas que espectadores la última película estrenada, ¡el buen cine aún es posible! Me he propuesto demostrarles esto, así intentaré que mis recomendaciones no viajen más allá de estos dos últimos años.

Son películas en el sentido más clásico, vienen de una producción escandalosamente costosa, de la odisea de la distribución y del marketing; siempre de una filia, fascinación o sueño. Vienen de todo aquello que ahora se condena, superfluo. Aquello que, dicen, abandona el talento a favor del dinero. Y perdonen mi cursilería.

No es País para Viejos (No Country for old Men), de Ethan y Joel Coen. 

Llewelyn Moss encuentra a un grupo de traficantes asesinados a balazos, un cargamento de heroína y dos millones de dólares en metálico en Texas. Basada en la novela de Cormac McCarthy. Los hermanos Coen dirigen con una sobriedad nada característica su película más literaria hasta ahora. Como Kubrick hizo su personalísimo Nueva York en ´Eyes Wide Shut´ los de Minnesota transcriben un Texas nunca visto, sombrío, desconcertante. Lo mejor el final, muy acertado.

Pozos de Ambición (There will Be Blood), de Paul Thomas Andersson.

Daniel Day-Lewis interpreta a un pequeño magnate del petróleo que quiere adueñarse de un gran yacimiento, la historia transcurre a principios del siglo XX. Paul Thomas Andersson cambia completamente de registro. También basada en una novela, Upton Sinclair en su autor, Pozos de Ambición es una película feroz y retorcida. Llena de sadismo y obsesión. Espesa y malsana. Con una fotografía y una música deleitantes el film es una magnífica y fidedigna expresión de nuestra naturaleza humana.

Paul Thomas Andersson es un genio.

300, de Zack Snyder. 

Basada en la novela de Frank Miller la película cuenta la batalla de las Termópilas ocurrida en el año 480 A.C. La película divierte, entretiene y visualmente es estupenda. Es inevitable sentirte uno de los 300 espartanos en la lucha contra los persas al acabarla. Muy recomendable.

Zodiac, de David Fincher.

El genial David Fincher (El club de la lucha, La habitación del pánico) se autocensura y realiza un ejercicio sobrio, explícito y exento de pomposos artificios. Zodiac no es sino la lectura misma del best-seller escrito y configurado por su protagonista principal, Jake Gyllenhaal. Con un estilo casi documental muy cuidado Fincher logra la que es una de las mejores películas de su carrera. Se dijo sobre ella: “Fincher mantiene descolocado al espectador toda la película, del mismo modo que Zodiac a la policía". No podría estar más de acuerdo.

Proyecto Grindhouse: Death Proof, de Quentin Tarantino.  

La productora la separó por razones totalmente anticinematográficas de su gemela Planet Terror. No hay mal que por bien no venga. Planet terror es su gemela infame, en el mal sentido de la palabra (desde que los infames nos recomiendan libros hay que aclararlo). Death Proof es otro de esos homenajes remasterizados de Tarantino. Pero esta vez del Tarantino genio, de aquél que nos asombró a todos con Reservoir Dogs, que nos hizo reír con Pulp Fiction. Trepidante, divertida, contada con precisión y gusto... Que todo el mundo lo sepa: Death Proof es la mejor película de Tarantino.

Control, de Anton Corbijn.

Control es un drama musical homenaje a Ian Curtis, cantante y lider del grupo de post-punk  por excelencia, Joy Division. Anton Corbijn comenzó como fotógrafo para después labrarse una vasta carrera como director de videoclips, algunos de los más bellos que he visto nunca. Se trata de una película sombría, delicada, llena de grises; donde los actores realizan un trabajo excepcional. Es una oda preciosista y perturbadora sobre el final de una de las bandas más influyentes de la historia de la música.  

 Les voy a contar el final: Ian Curtis se suicida.

I´m not There, de Tom Haynes.

La personalidad de Bob Dylan diseccionada a través de siete personajes interpretados por actores de renombre. La película, que se articula a través de este complejo esqueleto, constituye el acercamiento a la personalidad del poeta -a través de sus escritos, de sus canciones y de él mismo (interpretado por Cate Blanchett)- más interesante y original de todos los que he visto. Es metaficción. Es un chico negro que canta sobre los problemas del mundo, un fumador empedernido, un sicótico, un genio poeta… Todos hablan de Bob Dylan y lo representan al mismo tiempo. A la altura del documental dirigido por Scorsese en 2005 sobre el músico de minnesota.   

¿Qué otras películas recientes destacaríais? ¿Cuáles llegarán a ser un clásico?