España ya no es la vigente campeona mundial

España murió con las botas puestas. De eso no cabe la menor duda. Pero no pudo ser. España levantó el partido en dos ocasiones, tratando de tú a tú a la ya tetra campeona del mundo y sucumbió en la lotería de los penaltis. Gran torneo para los chicos de Venancio López, que hacen las maletas con un subcampeonato mundial a sus hombros.

El partido prometía y no defraudó. Ambos equipos saltaron a la cancha tremendamente concentrados y con mucho respeto, razón por la cual el marcador al descanso era de 0-0. Pero hubo algo más que respeto. Apareció el inconmensurable Luis Amado, que defendió el fuerte español como si de una muralla se tratara. El descanso benefició más a los brasileños que retomaron el partido con más fuerza y determinación que nunca.

Todo el mundo sabía que los goles iban a llegar y llegaron. Brasil inauguró el marcador en el minuto 4 de la segunda parte. De la misma forma que España logró el pase a la final, con un gol en propia puerta de Italia, Brasil se adelantó en la final: Marquinho sacó un córner a la derecha de la portería de Amado y el tiro golpeó en la cara de Borja, que desvió el balón para el 1-0. Sólo habían pasado cuatro minutos y Torras hizo justicia y puso tablas en el marcador. Nada pudo hacer Tiago para detener el potente disparo de Torras.

A falta de 12 minutos para el final del partido, todo estaba en el aire. Los dos únicos equipos que han ganado el título mundial, España y Brasil, quemaban todos sus cartuchos mientras el tiempo se agotaba. Otra vez Brasil tomó la iniciativa y batió a Luis Amado a pocos minutos de la conclusión. Se esfumaba el sueño del tercer título mundial consecutivo para la roja. Pero ellos nunca tiraron la toalla. Se olvidaron del marcador, del resultado, del contrincante, del público y sacaron todo lo que tenían dentro.

Venancio López arriesgó todo y puso a Kike como portero-jugador en bussca del empate. La estrategia funcionó y a falta de un minuto y medio para el final, Álvaro logró el tanto que dio alas al equipo español y que lo mantuvo vivo hasta la prórroga. Los diez minutos de la prórroga pasaron con oportunidades pero sin goles. Así que llegaron los penaltis. Hace cuatro años, España y Brasil llegaron a los penaltis en la semifinal del Mundial de Taipei. La balanza cayó del lado español. Esta vez no.

Torras falló el tercero y Ari el quinto. España seguía viva si, y sólo si, Marcelo marcaba. Todo el campeonato en un segundo, en un solo tiro, en un solo jugador. El meta brasileño paró el tiro de Marcelo y comenzó a saltar por todo el campo, mientras Marcelo no podía reprimir las lágrimas. Todos nos imaginamos el resto. Lágrimas de alegría de unos y de tristeza de otros. Abrazos de consolación para los españoles y de alegría para los campeones.

No podrán dormir esta noche. Un pupurri de imágenes del encuentro se ha metido en su cerebro y no se puede parar. Ya no son los actuales campeones del mundo. Pero tienen dos títulos mundiales a sus espaldas. Y tendrán más. Poco a poco, ya sea con ovejitas o con leche caliente, llegará el sueño y les envolverá. Llegarán a España con la cabeza bien alta, con la medalla de plata en el cuello y con la vista puesta en el próximo europeo. Esta selección no para.