Aquí no se calla ni Dios

El nuevo programa de las sobremesas de Telecinco, '¿xq no te callas? ' está flojeando en audiencia, pero ¿por qué la crítica está siendo tan despiadada con él?

Cerezuela y Alemany presentan '¿Xq no te callas?' (Telecinco).

A menudo conviene hacer un ejercicio de autocrítica y echar un ojo al rumbo que está tomando tu profesión. Me viene a la cabeza lo esperanzador que me resultaba leer críticas despiadadas contra Aquí hay tomate, un programa denigrante que se mantuvo cinco años por ser número uno en audiencia.

Lo que no podemos, o lo que no deberíamos los críticos, o los que de algún modo nos dedicamos al medio, es olvidarnos de qué es lo que de verdad hace daño y lo que no. Y dentro del conjunto televisivo hay una serie de programas que, por su contenido, finalidad y estilo, se sitúan encima de la pirámide de lo antiético, ordinario y dañino.

Los mismos que criticábamos, juzgábamos e ilusamente pretendíamos cargarnos con nuestra pluma El Tomate, no hemos perdido ni segundos ni neuronas en pensar que el espacio que hoy lo sustituye ¿xq no te callas?, es más inocente, menos pernicioso y, en suma, BUENO (así en mayúsculas).

Bajo títulos como Tomate III, Mediocridad de sobremesa, Cerezuela entomatada, No tardarán en callarse o ¿por qué no te ríes?, los críticos- entre los cuales me incluyo (¡vaya con el palabrejo y sus connotaciones!)- nos hemos esmerado con nuestros despiadados apuntes hacia el programa que presentan Carolina Cerezuela y Eugeni Alemany en dar a entender que echamos de menos aquel otro espacio que tanta repulsa nos provocaba hace un año.

Como norma, lo que gusta a los "expertos" no consigue atraer a la audiencia, pero estamos llegando a un punto en el que ambos puntos de vista coinciden. Esta reflexión hizo saltar mi alarma interna, que afortunadamente aún funciona.

No es que el nuevo programa de Telecinco sea lo mejor que ha dado la televisión, quizá yo aún espere otra cosa novedosa para las sobremesas, pero dentro de la oferta vespertina que este canal de masas brutas nos ha dado durante los últimos años (Tomate, GH, Angelino) y que todavía propone (Mujeres y hombres y viceversa, Está pasando), ¿xq no te callas? reflota sobre el océano de la indecencia.

Crítica a la mirada

En la misma cadena y a una hora más temprana, el uno de septiembre de este año, regresaba una periodista de más de 30 años de profesión en los medios, María Teresa Campos, sustituyendo a otro profesional, Vicente Vallés (hoy en el 24 horas de TVE), al frente de un espacio informativo y con una entrevista nada menos que al presidente del Gobierno (prácticamente exclusividad de Gabilondo y de Cuatro durante su mandato).

¿Creen que las críticas le dedicaron a Teresa palabras de apoyo, de admiración por su nuevo rumbo, de enhorabuena por conseguir una entrevista de altura en su estreno, o tan siquiera de respeto? No.

La envidia (quiero creer) volvió a en forma de consejos abruptos a las columnas de los periódicos. Y antes incluso de que Teresa pudiera hacer su declaración de intenciones ante las cámaras, unos y otros nos lanzamos a su cuello y algunos también a sus caderas.

Así, pudimos leer sobre su estreno perlas tan constructivas como: "Marujil y celulítica", "gallina holandesa de copete (o moñuda)", "periodismo de faja maxi extra grande", o "como los perritos que hace décadas, con un muelle por pescuezo, reposaban en las bandejas traseras de los coches".

¿Cómo creen que reaccionaría la periodista tras leer estos insultos descargados por los compañeros de Elmundo.es en La mirada 'celulítica' y de Soitu.es en El regreso de la momia?

Estas alusiones al físico y demás críticas salidas de tono es lo que, a menudo, a uno le hacen sentir vergüenza de pertenecer a esas plumas que, escudándose en la fama que les da su firma, destruyen sin opción a construir nada.

Pero si en televisión, el espectador no es tonto, en prensa el lector tampoco lo es. Las opiniones sobre otros siempre dicen más de quien las da que de a quienes van dirigidas y los que sepan ver más allá del insulto descubrirán en cada palabra que escribimos cómo somos y cuáles son nuestras frustraciones e incluso nuestro miedos.

Quizás deberíamos poner de vez en cuando la crítica en nuestra mirada y analizar porqué en este país no se calla ni Dios.

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