Competencia real en la banda ancha

Si se hace realidad la noticia recientemente difundida, el nuevo servicio de ONO podría convertirse en un competidor real de la "futura" banda ancha de Telefónica.

Sobre el papel, los estándares implicados -el de ésta nueva red de cable y el de la fibra hasta el hogar (FTTH, fiber to the home) de la nueva banda ancha de Telefónica- prometen capacidades y calidades suficientes. 

Pero no solo de estándares vive el hombre. Cualquier nueva arquitectura de red va a esconder en su diseño e implementación la calidad de nuestra experiencia de Internet de los próximos años. Varios factores determinarán el rumbo de la nave de la banda ancha. Irá hacia un cambio radical del mercado o hacia la perpetuación del despropósito actual. Éstos son algunos de ellos:

Regulación: Si se confirma el esfuerzo inversor de ambos operadores, se habrá cumplido con la filosofía general de la UE: "Haya competencia". No tendrá sentido seguir regulando artificialmente el mercado para que "los pequeños" sigan en éste negocio invirtiendo poco y siendo poco dueños de la calidad de su servicio, que es el de otros con la marca superpuesta. Pero, en ese caso, ¿Qué seguridad jurídica se da a los que vengan mañana a invertir en España? Se cometió el error de dejarles entrar así en el pasado y no será fácil darles una salida honrosa. En definitiva, o la cosa cambia o seguiremos subvencionando entre todos el mercado de ADSL más absurdo de nuestro entorno. 

Precio: Así que podemos tener competidores de pega durante años. La única cosa que mantendrá vivo su servicio será, me temo, una regulación de precios semejante a la que existe hoy. Ésto deja fuera de la banda ancha -de la buena y de la no tan buena- a la mayor parte de la población, que no puede pagar estos precios absolutamente desconocidos en otras latitudes. En definitiva, o la cosa cambia o seguiremos pagando el ADSL más caro de nuestro entorno.

Rendimiento: El estado de la red telefónica existente obligó a la adopción del modo "Interleaved" del ADSL. En países con tendido de cable telefónico de mayor calidad se usa el modo "Fast Path", que no realiza comprobaciones de errores en el DSLAM -para entendernos, la caja que concentra los "extremos opuestos" de los cables que parten de nuestra casa y las de nuestros vecinos- y de ese modo ofrece un rendimiento muchísimo mejor. Nuestros programas de ordenador usan, en su interior, dos tipos de conexión, TCP y UDP. En las primeras todo el control de errores del DSLAM es redundante. Si no se generalizan las redes de fibra seguiremos atados a nuestro viejo hilo de cobre y al ADSL "Interleaved". En definitiva, o la cosa cambia o seguiremos sufriendo el ADSL más lento de nuestro entorno.

Universalidad: La tecnología actual no ha llegado al mundo rural a pesar de las concesiones antes indicadas. Los chiringuitos tecnológicos casi no invierten fuera de las zonas de máxima densidad, así que queda en manos del operador incumbente el despliegue en lugares alejados de los grandes núcleos. En definitiva, o la cosa cambia, o seguiremos en la sociedad desigual de la información por mucho tiempo.

Concurrencia: Ésta es la gran consideración de diseño para el futuro. Ofrecer un ADSL de diez, veinte, cincuenta o cien megas puede constituir una quimera si mis megas se agrupan con los de mil vecinos en un "canuto" insuficiente para transportar toda la información. Viene a ser como los atascos de tráfico a la entrada de las circunvalaciones de las grandes ciudades. En definitiva, diseños de red orientados a minimizar la inversión -cuatro elefantes en un seiscientos- llevarán a la red de banda ancha más estrecha de nuestro entorno.

Estabilidad: Muchos sabemos cómo fueron los inicios de las tecnologías de banda ancha que hoy consideramos "estables". Una tecnología nueva, que tiene que pasar su correspondiente proceso de maduración, primero en barrica y luego en botella, va a salir al mercado con una terrible presión, agudizada por la existencia, por vez primera, de dos ofertas reales. En definitiva, que la mayoría de los usuarios preferirá que la pruebe otro. Y quien la pruebe se encontrará con los afables servicios al cliente que el sufrido usuario de telecomunicaciones no quiere ni ver.

Paquetización: A la vista de las tendencias del mercado, los operadores van a tender -ojalá me equivoque- a obligarnos a comprar un conjunto que incluye la conexión, las llamadas, la televisión, la gasolina, los pañales -sin importar si tenemos infancia en casa- y cualquier otra cosa que se les ocurra. Y todo ello con un buen grillete de veinticuatro meses de permanencia acomodado en nuestro tobillo. En definitiva, que, o la cosa cambia, o el sufrido usuario ni se molesta en saltar a la nueva banda ancha en condiciones más restrictivas que un matrimonio de los de antes.

Canonización: Me queda la gran duda en éste asunto. Cuál es la posición del intermediario de los contenidos, es decir, de la SGAE. Una red que pudiera bajarse un DVD en un suspiro se convertiría, supongo, en la bestia negra del que espera poner el cazo y que le caigan los euros. En definitiva, que, o la cosa se queda como está, o el sufrido usuario no paga un dineral para que la red le impida bajarse lo que quiera.

Como puede imaginar el lector inteligente, todo lo dicho puede cambiar de arriba abajo en minutos. Las nuevas redes están todavía a tiempo de cambiar, y los actores de ésta comedia de situación pueden hacer muchos movimientos. El único que está quieto es el paciente ciudadano de a pie, que espera que la cosa cambie.

Por su propio interés y en virtud de su experiencia -reciente y no tan reciente- espera sentado.